Cachicadán, un paraje de ensueño

“El siglo pasado, a causa del gélido frío en las alturas de Pasto Bueno y Tamboras (Santiago de Chuco), Zoila Gálvez Rondo padeció un reumatismo crónico que le entumeció las extremidades inferiores. Preocupado, su hermano Wenceslao, dueño de las minas de tungsteno ubicadas en esos lugares, averiguaba y buscaba la cura para este mal hasta que se enteró que en el balneario Cachicadán habían unas aguas termales con propiedades curativas.
No dudó y trasladó en andas a Zoila, en un recorrido de 100 kilómetros. Ya en este lugar la colocaron en una sábana y a diario, entre cuatro personas, la sumergían y la sacaban de una poza. Al cabo de tres meses la mejoría fue total y el acontecimiento fue celebrado a lo grande, con la reunión de toda la familia que vino desde muy lejos”.
Esta anécdota la narra, con nostalgia, Pablo Martell Gálvez, representante de la Sucesión Wenceslao Gálvez Rondo, quien recuerda que tras esa experiencia, su antecesor compró terrenos en Cachicadán, entre los que estaban las vertientes de las aguas termales que ahora él administra, en la parte baja del cerro La Botica.
El cerro La Botica es un apu tutelar (3.100 m.s.n.m.) muy importante porque alberga una variedad de plantas y hierbas medicinales que son utilizadas para el tratamiento de diferentes dolencias, a través de la medicina tradicional. Desde su cima se disfruta la belleza de este paisaje de ensueño, donde los colores adquieren mayor intensidad en las tardes soleadas.
Las estrechas y empinadas calles de Cachicadán trasuntan un aire bucólico, con el calor abrigador de este encajonado valle que da pie a un clima cálido muy agradable, bajo un permanente cielo despejado.
Su paisaje es variado gracias a sus diversos pisos ecológicos que ofrecen óptimas condiciones para la práctica de caminatas, cuyo recorrido incluye la visita a sitios arqueológicos, como Las Ventanillas de Paccha, Chulite, Sagarbal o Huacaz.
Pero el verdadero atractivo radica en sus aguas termales que colocan a este pueblo en un potencial destino turístico de tipo medicinal, aprovechando las propiedades curativas de este recurso natural, a las que se puede acceder en el barrio San Miguel, donde está la mayoría de pozas. Muchas familias las acondicionaron en sus propios domicilios para alquilarlas a los visitantes a cambio de un pago de 2 soles.
Estas aguas termales con una temperatura de 70ºC fueron conocidas y estudiadas por el sabio Antonio Raimondi, quien en 1860 escribió que éstas se hallan “en un pequeño llano rodeado de cerros, cubiertos de verdes cultivos de cebada, trigo y maíz, entre los cuales están diseminados varios árboles de sauce y numerosas casitas cubiertas, que dan al conjunto un hermosa vista”.
Agrega que emana de un cerro “cuya roca, en la parte inferior, es un pórfiro traquítico, y cerca del punto donde brota el agua es de naturaleza feldespática con sulfato de barita y sulfuro de fierro. Algunos pasos más abajo se nota otra hoya donde sale en mayor cantidad”. Las califica como ferruginosas, ya que el fierro se halla disuelto en estado de bicarbonato de protóxido.
En 1904 Temístocles Paese las analizó y determinó que estas aguas contienen ácido silícico, óxido de calcio, óxido de hierro y aluminio, óxido de magnesio, cloro, ácido sulfúrico, sodio, potasio, amoniaco, azufre precipitado y otros.
Años después Raúl Flores Córdova advierte que, por su composición química, corresponden al grupo de las minero-medicinales, alcalinas y de primera calidad. Y lo interesante es que son ionizadas.
Entretanto, a 30 minutos de Cachicadán llegamos al caserío Huacaz donde encontramos otra naciente de aguas termales, que se caracterizan por ser sulfurosas, color oscuro con una temperatura promedio de 75ºC.
El encanto de este lugar, rodeado de vegetación, se complementa con su historia perennizada en sus antiguas casonas: Tarnavieski, Hoggmiller, Angeluris y Gálvez. Esta última perteneció al que fuera propietario de los predios donde nacen las aguas termales, quien también instaló la primera fábrica de gaseosas en La Libertad. Razones suficientes para enrumbar a este paraje de ensueño.

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