Artesanía en la campiña, herencia de los moches

Cuando mencionamos la cultura Moche de inmediato nos imaginamos los grandes monumentos arquitectónicos, su cerámica, sus coloridos alto relieves, la Dama de Cao o el Dios de las Montañas; pero, junto a ese ingente legado de las antiguas civilizaciones que poblaron la costa norte, ahora encontramos una cultura viva, hombres y mujeres que heredaron sus saberes, en quienes apreciamos no sólo sus rasgos fisonómicos, sino ese quehacer artístico que continúa vigente en la historia contemporánea.
Doris Asmat Azabache (Manos Mocheras), además de los apellidos que heredó de sus ancestros, se enorgullece de llevar en sus venas la habilidad de transformar la madera, cuero y mate en piezas de arte que son admiradas por propios y extraños.
Esta semana partimos en una caminata, siguiendo la vía embloquetada de la campiña de Moche, y al llegar a la extensa vivienda de Doris, la encontramos muy atareada dándole los acabados a un lote de bolsos en cuero, adornados con diseños tomados de la iconografía moche para ser enviados a una tienda de Lima, cuyos dueños quedaron maravillados cuando conocieron estas obras de arte.
En su taller, que ocupa tres ambientes de su casa, incluido su patio, laboran sus hijos, su esposo y otros familiares que, con orgullo, comparten esta actividad, no solo por tratarse de un negocio sino porque son conscientes de que con su trabajo contribuyen a fortalecer la identidad mochera.
En todos lados observamos cuadros de pintura en alto relieve, en los que se combina la arcilla, la sustancia viscosa de la sábila y el óleo; numerosas calabazas con diseños en pirograbado a mano alzada (grabado en caliente, técnica que también se aplica al cuero). Además, hallamos cartapacios, carteras, porta celulares, monederos, billeteras, tarjeteros, bolsones, etc.
Asmat Azabache advierte que lo más requerido por los jóvenes y niños (escolares y universitarios) son los llaveros que se los llevan de recuerdo en sus viajes de promoción.
Estas obras de arte las ofrece en su taller y en el patio de ventas del parador turístico de la Huaca de La Luna, donde permanece desde hace cinco años. Sonríe cuando recuerda cómo empezó, con sólo algunos llaveros y bolsos. Ahora vende más de 800 llaveros semanales y da trabajo a un promedio de 13 personas, en temporada alta.

• ARTE EN MADERA
Oscar Centeno Ñique (Artesanías Centeno) es otro artesano con sangre mochera que ha hecho de esta cultura, una forma de vida. Él empezó fabricando réplicas de muebles coloniales e imágenes de santos, hace 13 años, luego viró a la elaboración de cuadros decorativos con motivos moche, los que ofrece en el parador turístico. Y ahora acondicionó su taller para que los visitantes aprecien su trabajo y compren sus obras.
Ahora talla piezas decorativas y utilitarias, como caracoles, colibríes, servilleteros, cofres en madera. Moldea a la perfección el cedro, caoba y tornillo. “Vivo de la artesanía, me permite mantener mi familia y dar educación a mis hijos”. Su esposa Rosa Valencia lo apoya en las ventas.
El Rostro inconcebible de la Casa del Arte es de propiedad de la familia García Vásquez, cuyos miembros hicieron de su vivienda uno de los primeros talleres de artesanía de la campiña para mostrar a los turistas el legado de los moches.
Segundo García, el más entusiasta, nos abre las puertas con un saludo musical de recibimiento alzando el pututo y la corneta de barro, luego nos explica la forma de preparación de la arcilla con la que elabora las réplicas de la cerámica moche, utilizando moldes y el pintado con tierra de color. También esculpe la piedra y talla la madera.
“Inicialmente hacíamos estos trabajos para mostrarlos a nuestros vecinos, luego empezaron a venir muchas personas que nos compraban, y así estamos más de 8 años, abasteciendo también a las tiendas de este rubro”, asegura, mientras nos muestra la diversidad de piezas que adornan cada esquina de su casa.
Considera que con su obra cuenta la “verdadera historia de los moches” para contrarrestar las frecuentes distorsiones por el desconocimiento de sus raíces.
Estas expresiones artísticas de la Campiña de Moche se complementan con la herencia gastronómica, como la sopa teóloga que la encontramos en cada ramada instalada a la vera de la carretera; el frito, la chicha de jora y las variadas costumbres vigentes.

La herencia artesanal de los moches que está viva en varias familias de la campiña comenzó a integrarse al circuito de la Huaca de la Luna con la ejecución del proyecto Generación de empleo y mejora de ingresos, consolidando el producto turístico Huacas de Moche.
Esta iniciativa comenzó el año pasado y comprende la capacitación a 40 artesanos y regentadores de restaurantes de la campiña de Moche en estándares de calidad de alimentos y bebidas.
Este proyecto se concibió en vista que la cultura mochica logró un gran desarrollo de técnicas artesanales, expresadas en relieves polícromos en sus magníficos monumentos y sus fabulosas piezas de cerámica y orfebrería.
“El objetivo de este programa no sólo es mejorar la calidad de vida de los artesanos, sino fortalecer su identidad sobre la base de la milenaria cultura de sus ancestros”, sostiene Carmela Gamarra Zegarra, responsable de promoción del producto turístico Huacas de Moche.
Agrega que con el acondicionamiento de los talleres para las visitas de los turistas también se ampliará el tiempo de recorrido, a un mediodía, en el circuito turístico de la Huaca de la Luna y el Museo de Sitio, ahora no pasa de tres horas; es decir, que los turísticas necesariamente se quedarán a almorzar, lo cual favorecerá a los restaurantes de la campiña de Moche.
Además, la caminata permite apreciar la tradicional forma de vida de los mocheros, con sus cultivos y huertos familiares, la crianza de aves de corral y los perros ‘calatos’ que se cruzan en el trayecto.
El punto final es el complejo arqueológico Huacas del Sol y de la Luna que constituyeron el centro de poder del milenario pueblo mochica que se desarrolló entre los años 100 y 850 después de Cristo. Aquí se aprecian las polícromas decoraciones y el trabajo de arqueólogos y conservadores. Es una experiencia única, ya que los principales hallazgos los admiramos en el Museo de Sitio.
Generación de empleo

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