El Cañoncillo, algarrobal en peligro

Por: Guido Sánchez Santur

Es uno de los pocos bosques secos que quedan en La Libertad y que está asociado la historia, ya que en su interior hubo varios asentamientos humanos, cuyas evidencias se aprecian en las construcciones que aún se mantienen en pie; sin embargo, a pesar de la importancia del algarrobal El Cañoncillo está a punto de desaparecer a causa de la tala indiscriminada, sin casi nadie se interese en impedirlo.
Un reciente diagnóstico determinó que diariamente se extraen un promedio de 1.3 metros cúbicos de madera, lo cual implica que de 1000 hectáreas de bosque existentes hasta 1986, sólo queden 660.
Este dato resulta increíble si tenemos en cuenta que se trata del área de Conservación Privada Bosque Natural El Cañoncillo, cuyas poblaciones colindantes desde épocas ancestrales dependen de la influencia directa del algarrobal, como una fuente de protección, energía, forraje y alimento por la disponibilidad de los productos forestales maderables y no maderables y de los servicios ambientales que les brinda.
En este ecosistema predominan los algarrobos (Prosopis pallida), en una densidad estimada de 70 a 95 árboles por hectárea, en una extensión de 660 hectáreas, seguido del Faique ó Espino (Acacia macracantha). Otras especies vegetales que encontramos son: Cuncuno, Chilco, Pájaro bobo, Fosforito, Amarra de judío, Flor de arena, Gigantón, Rabo de zorro, Sapote, Yunto, Bichayo, Bejuco, Lapa, Hinea y Pial.
En las lagunas El Cañoncillo, Gallinazo y Larga florece una vegetación acuática muy llamativa, entre la que predomina la Lapa y otras ornamentales; aún cuando existen 8 especies aún no determinadas. El agua proviene de las filtraciones que bajan por gravedad desde la cuenca alta del río Jequetepeque y de la quebrada del Horcón. A ellas se agregan los regadíos de la represa Gallito Ciego.
Respecto a la fauna se conoce la presencia de 8 familias de reptiles con 15 especies determinadas y otras por identificar, entre las que se impone el mítico Cañán, junto al zancaranca, coralillo o coral, lagartija, iguana, corredora y boa de costa.

Además, 8 familias de aves con más de 44 especies, aunque no existe un estudio exhaustivo. Las más conocidas son: pato, picaflor del huabo, picaflor de Fanny, garzas blanca grande, chica y azul, huaquillo, huaco, tortolita, cotorrita pico amarillo, paloma vudú, tortola cordillerana, cucula, paloma cuculí, paloma madrugadora, rabiblanca, martín pescador grande, matraca, martín pescador chico, cachuelero, chiclón, guardacaballos, huerequeque, águila, gallinazo cabeza negra y cabeza roja, cernícalo, águila pescadora, gallareta, pico de oro lomero, pico grueso, pico sucio, pepitero, pechirrayadi, arrocero, chirique de Raimondi, gorrión peruano, chilala, hornero, pijui, pampero, golondrina, tordo, tordo parásito, jergón, pirinche, putilla, abejero, zambullidor, tuco, pachatuco, lechuza, búho, carpintero, chisco.
Asimismo, tres familias de mamíferos con 3 especies propias de los bosques secos (zorro, añas, gato montés, hurón, ratón y vizcacha costera).
El paisaje es único con sus lagunas que simulan un oasis, desierto, dunas de arena variable en el tiempo debido a la acción eólica. Las formaciones rocosas y cerros: Santonte, Prieto, Espinal, La Faja y Cañoncillo encierran al bosque y le imprimen un atractivo especial.
Las poblaciones que rodean al bosque son Tecapa, Santonte, Santa María, Pueblo Nuevo y Portada de la Sierra que suman un total de y 4 mil 200 habitantes, entre los que se formó la Asociación de Guardabosques Voluntarios del Bosque y Complejo Arqueológico El Cañoncillo, responsables del cuidado de las especies de flora y fauna silvestres existentes, especialmente el algarrobo.
Este bosque forma parte de lo que desde el siglo XIX fue la Hacienda Tecapa, pero ahora es propiedad de los agricultores agrupados en una cooperativa. Dentro del área se recolecta algarroba y se extrae leña con fines energéticos para comercialización en panaderías, pollerías o chicherías o con fines de autoconsumo. Así como actividades de pastoreo de algarroba y apicultura convencional y orgánica.
La agricultura se ha convertido en una actividad de subsistencia cuyas ganancias son insuficientes y en algunas campañas se convierten en pérdidas, por eso, la alternativa de desarrollo para estas poblaciones está relacionada con la actividad ecoturística en el bosque y el uso adecuado de los recursos no maderables que este provee.
El flujo turístico generará una serie de posibilidades económicas como albergue en las poblaciones aledañas, servicios de guiado turístico, venta de souvenirs y alimentos, etc.

AMENAZAS PERENNES
El bosque va camino a desaparecer a causa de la persistente tala indiscriminada, la caza furtiva de especies de fauna silvestre, el ingreso desordenado de turistas, deterioro de las comunidades de flora a causa de la ganadería extensiva, extensión de la frontera agrícola en áreas de bosque, presencia de pastoreo de ganado caprino, contaminación orgánica de lagunas a causa del ganado y por residuos sólidos, deterioro del patrimonio histórico cultural por huaqueros y debilitamiento de las organizaciones sociales involucradas directamente con el área protegida.
Todo esto debido a algunas debilidades dentro de la administración y manejo del bosque y en la disponibilidad de recursos económicos para sostener una administración y protección.
Esto responde al inadecuado manejo del ganado vacuno dentro del bosque, poco control de las actividades de pastoreo y uso turístico y recreativo, restos arqueológicos que no han sido puestos en valor, insuficiente cultura conservacionista en las poblaciones aledañas, escasez de alternativas económicas rentables en la población, limitada participación de la Policía en apoyo a la protección del área y ausencia de adecuados sistemas de seguridad ciudadana.
A ello se suma la captura de cañanes que se utilizan en la elaboración de una serie de platos típicos. Se trata de una especie que se encuentra en peligro de extinción.
La pesca se practica con algunas especies silvestres o introducidas en las 4.82 hectáreas de lagunas asociadas a la diversidad de flora, como la hinea que en cantidades controladas contribuye a la calidad del agua, ya que actúa como un purificador. Este vegetal también se extrae a fin de usarlo en la elaboración de petates o para formar los atados de plántulas de arroz durante el trasplante.
RESTOS ARQUEOLOGICOS
En el bosque Cañoncillo existen sitios arqueológicos e históricos prehispánicos de la cultura Cupisnique, Gallinazo, Mochica, Chimú e Inca y que constituyen testigos de la equilibrada relación hombre–naturaleza.
Las primeras investigaciones arqueológicas en El Cañoncillo estuvieron a cargo de los arqueólogos Heinrich Ubbelohde-Doering y los esposos Wolfgang y Giesela Hecker, entre 1960 y 1965, quienes determinaron que estas civilizaciones habitaron el bosque entre los años 8,500 antes de Cristo hasta el 80 después de Cristo.
En 1983 los arqueólogos Rogger Ravines y Alejandro Matos ingresaron al bosque para hacer un inventario de restos arqueológicos; y en 1986 llegó el investigador Fruhe K., quien interpretó la cerámica temprana del valle Jequetepeque en el norte del Perú.
ALTERNATIVAS DE SOLUCIÓN
Este mosaico de adversidades que afronta el bosque tiene varias alternativas de solución. En la medida que la deficiente situación económica de las familias residentes en el contorno del área protegida es una realidad innegable, es posible promover la apicultura con la finalidad de aprovechar racional y adecuadamente la producción de néctar y polen de la flora silvestre, que son utilizados por las abejas para transformarlos en miel, cera, polen y propóleos. Estos productos naturales son de gran valor nutritivo y terapéutico para el consumo humano directo y en la industria cosmética y farmacéutica.
También tiene importancia en la conservación del ambiente, ya que las abejas son los mejores agentes polinizadores de la flora garantizando la fecundación y mejorando la producción de frutos y semillas. Sin la intervención de las abejas, se produciría una degradación de la cubierta vegetal, con lo cual se aceleraría la desertificación de esta zona.
Como ya se dijo líneas arriba, el turismo es otra de las aristas que ya se practica en este bosque, pero de manera desordenada. Una de las modalidades de esta actividad sería el turismo aventura que implica un alto grado de contacto con la naturaleza y cierto grado de riesgo, ya sea navegando, volando o recorriendo, aunque las medidas de seguridad lo reducen a su mínima expresión. Las posibilidades son: caminatas, escalada en roca, sandboard o deslizamiento sobre arena.
El ecoturismo es una alternativa adicional y consiste en que los visitantes establezcan un contacto con la naturaleza, cuyos gastos benefician a económicamente a las comunidades.
El ecoturismo va de la mano con la conservación, la educación y la responsabilidad del visitante y la participación de los lugareños. Para evitar el impacto negativo, urge la planificación de esta actividad, en aras de logar un desarrollo sostenido.
ACCESO FÁCIL
Este bosque está ubicado en el distrito San José, en la provincia de Pacasmayo, en la parte baja del valle de Jequetepeque y abarca un territorio de mil 310.90 hectáreas con una longitud total de 19 mil 240 metros.
El acceso es utilizando la carretera Panamericana Norte, hasta el cruce de San José, a la altura del kilómetro 680, próximo al puente Libertad sobre el río Jequetepeque. Ahí se aborda un colectivo hacia el centro poblado menor Tecapa, de donde, en compañía de un guía local se camina un aproximado de 15 minutos y se llega al lugar denominado El Sondo, por donde se ingresa al área protegida.
Otra forma, de llegar al bosque es abordar un colectivo, desde San José hacia el Asentamiento Humano Santonte, de donde se camina 80 minutos a través del desierto, siguiendo el trayecto de los restos arqueológicos, internándonos en por el sector Los Duros, hasta la laguna El Cañoncillo.

Malecón 2000, una ilusión frente al mar

Guido Sánchez Santur
sasagui35@gmail.com

Recorrer los 2,5 kilómetros de ese acondicionamiento urbanístico-turístico es una grata experiencia, no sólo por los diseños arquitectónicos, las tiendas, restaurantes, sino por la sensación y satisfacción que uno siente de saber caminando sobre un espacio recuperado del olvido y que se yergue como ejemplo para cualquier urbe latinoamericana.
El Malecón 2000 o Simón Bolívar se ha convertido en un pilar histórico de Guayaquil (Ecuador), ya que a partir éste monumento arquitectónico se expandió su crecimiento e influyó en el desarrollo y embellecimiento de la ciudad, lo cual se ha convertido en orgullo de los guayaquileños.
Este espacio es un paisaje singular y constituye el corazón de la ciudad, por eso nadie que visite Guayaquil puede dejar de visitarlo. El malecón está dividido en tres sectores, cada uno de ellos con una vista diferente, a través de los cuales los caminantes hallan posibilidades de recreación y esparcimiento para todos los gustos y edades.
Entre las áreas recuperadas y que son la admiración de los visitantes encontramos el Mercado Sur (durante 90 años funcionó como tal, data de 1907) o Palacio de Cristal, es transparente y luce una estructura de hierro forjado con estilo colonial. En su cara interior se aprecian paredes de vidrio que permiten ver la edificación como una enorme caja de cristal. A pocos metros se encuentran locales de artesanía ecuatoriana y el Club de la Unión fundado en 1869, el más antiguo de la ciudad.
Una vista especial presenta la Plaza Olmedo, donde destaca el monumento al poeta Joaquín Olmedo, primer alcalde de Guayaquil. Este es uno de los lugares más visitados por su explanada que acoge a todas las expresiones artísticas y culturales, así como la pileta de colores y una base alegórica.
Enseguida está el Centro Comercial Malecón, inspirado en temas náuticos y portuarios porque en el pasado aquí atracaban los barcos con los productos que llegaban y salían de la ciudad. Como una pintura abstracta, quienes miran la construcción tienen su propia interpretación de las formas. Los cuatro segmentos de esta construcción, en la fachada que da al mar, están diferenciados por colores (naranja en los extremos, rojo y verde en el centro) en tonos fuertes, similares a los de los barcos para que sean visibles en el mar. Por eso, desde el río parece que a ese lado del malecón han llegado cuatro grandes naves. Frente a cada puerta hay estructuras de hierro que semejan los mástiles de un barco. Eso nos remite a los dos tipos de velas instalados: unas con techos de lona colgadas con cables y otras ondulantes de hierro.
En el tercer nivel centro comercial está la terraza y el patio de comidas con restaurantes. Este es otro de los sitios muy concurridos, pues se disfruta comida rápida y platos típicos de la gastronomía ecuatoriana, mientras se observa el discurrir del río y la isla Santay, una de las reservas ecológicas de la ciudad.
La Plaza Cívica en torno al tradicional monumento de La Rotonda, que recuerda la entrevista que sostuvieron los libertadores Simón Bolívar y José de San Martín, junto a la galería de los Guayaquileños Ilustres. Fue inaugurada el 9 de octubre de 1999 y está dedicada a las expresiones cívicas más importantes de la ciudad, pues ahí permanecen otros monumentos como el Hemiciclo de la Rotonda, una columna de mármol blanco de carrara e iluminada interiormente, placas de batallas independentistas, etc. Los bronces fueron modelados y vaciados en Barcelona (España) y los relieves de las placas fundidos en Florencia (Italia), en 1937.
La Torre del Reloj o Morisca, inaugurada el 24 de mayo de 1931, es de estilo árabe bizantino, con policromados, cúpula de escamas color verde, planta octogonal y una altura de 23 metros. Está ubicada entre las calles Malecón y 10 de Agosto, frente al municipio de la ciudad. El obelisco es otro monumento que se encuentra semisumergido y da la impresión de estar en una fosa. Destaca la aurora gloriosa al 9 de Octubre de inspiración de José de Olmedo. Los colores son los mismos usados en la bandera de Guayaquil.
Otro escenario destacable es el área de juegos con la Plaza del Vagón, donde admiramos la réplica de un vagón de ferrocarril habilitado como espacio de exposiciones, al cual de accede a través de un andén de espera con una pérgola. Este lugar posee lugares de descanso y sombra. Tambien hay juegos para niños, una pista de patinaje; además de cafeterías, comidas y servicios higiénicos. Al centro hay una pileta de hierro fundido con juegos de luces de colores. Esto se complementa con una jardinería colorida, parqueos, plazas y el Museo de Guayaquil. Realmente un mosaico que atrae a miles de turistas.
BARRIO LAS PEÑAS
Se le conoce como el barrio más importante de Guayaquil, pues sus casas tienen una antigüedad promedio de 100 años con características arquitectónicas que se remontan a los siglos XVIII y XIX, en lo cual radica su belleza y valor patrimonial.
Cada casa tiene su propia historia, ya que aquí vivieron personajes ilustres de la política y la cultura ecuatoriana, entre ellos Ernesto Che Guevara. En el siglo XVIII fue un barrio de clase media, pero el incendio de 1896 arrasó con todo, por eso en el siglo XX fue reconstruida su arquitectura original.
A la fecha este lugar destaca pro estilo arquitectónico particular, como la calle Numa Pompilo Llona y las casas junto al río que lo convierten en un llamativo y nostálgico escenario de reuniones amicales.
CERRO SANTA ANA
Muy próximo está el cerro Santa Ana, al noreste de la ciudad, junto al río Guayas. Abarca una superficie de 13,5 hectáreas en las que se desarrolló un proceso de regeneración urbana para beneficiar a su población.
Antiguamente se le llamó Cerro Verde y es el sitio donde se originó la ciudad y se fundó definitivamente en 1547. Ahí encontramos restaurantes, cafés, galerías de arte y tiendas de artesanía.
Su más importante atractivo es la vista de la ciudad de Guayaquil desde la parte alta, a donde se llega luego de subir 444 escalones numerados, a cuyo paso visitamos la plaza mirador El Fortín, el punto más elevado donde están el faro, la Plaza de Honores, el Museo Abierto, capilla de Santa Ana y el cuartel que vigila la Plaza.

Puerto Morín, un paraíso para el kiteboarding

La apasionante experiencia de lidiar con viento

Guido Sánchez Santur
sasagui35@gmail.com

“Si ves que la arena se mueve, coge tu kite y corre”, dice muy emocionado, Luis Manasés Saldaña, al bajar del auto y observar la extensa playa en puerto Morín (Virú, La Libertad). Él se quedó extasiado al comprobar la fuerza del viento que golpeaba con características propicias para practicar su deporte favorito: el surfing o kite surf, llamado también kiteboarding o flysurfing.
Su expresión de satisfacción era comprensible porque hace meses estaba buscando escenarios como éste, en el norte del Perú hasta Ecuador. En la playa de Huanchaco pasó días enteros esperando que corra viento para elevar su kite, pero nunca llegó.
Por eso, cuando le hablé de Puerto Morín, a 45 minutos de Trujillo, no dudó y enrumbamos hasta ahí para comprobar la intensidad del viento, puesto que el kitesurfing es un deporte de deslizamiento que consiste en el uso de un cometa de tracción (kite) que estira al deportista (kiter), a través de cuatro o más cuerdas, dos están fijas a la barra y las otras pasan por el centro de la barra y se sujetan al cuerpo mediante un arnés, permitiendo deslizarse sobre el agua con una tabla ó un esquí del tipo wakeboard.
Rápidamente, se puso su traje y armó el kite. Empezamos a las 10 de la mañana y el viento agitaba más a medida que avanzaba la hora. Eso hacía más interesante la experiencia.
Entonces empezó a fluir la adrenalina, mientras Manasés, sostenido por Willam Dávila, luchaba por dominar el kite impulsado por el viento. Así trajinó casi dos horas, pero no pudo ingresar al mar porque la fuerza del viento es mayor a la esperada y el equipo era demasiado grande, lo cual ponía en peligro la integridad física del deportista.
Al término de esta faena quedó convencido que puerto Morín es un paraíso para los amantes del kiteboarding, por eso no se extrañó cuando los lugareños relataron que regularmente llegan “unos gringos” a practicar este deporte, y se quedan varios días.
Manasés Saldaña destacó la importancia de puerto Morín para desarrollar esta actividad porque tiene acceso fácil, cómodo y seguro, con un impresionante panorama del desierto, calmo y soleado, que se complementa con la extensa sábana verde en que se ha convertido el desierto de Virú, gracias al proyecto Chavimochic que impulsó esa creciente agroindustria.
Asegura que Puerto Morín es una bahía de privilegiada geografía, protegida por una punta que forma el Cerro Negro y que sirve de rompeolas natural. Esto le dota al balneario de un mar calmo, ya que corta los vientos del sur de una manera especial, de tal manera que los convierte en constantes con una velocidad de entre 9 y 20 nudos.
“Estas condiciones, sumadas a un mar de exquisito color azul verdoso contrastan con las arenas rubias y finas de la playa, convirtiéndola en un paraíso como destino abierto a la libertad”, comenta. Añade que Puerto Morín tiene muchas ventajas, en comparación con Lobitos (Talara), ya que el primero no tiene olas, lo cual favorece el desarrollo de todas las fases del entrenamiento del kite y el wind surf, que pueden ser practicados por los mayores de 12 años.
“Los vientos suaves empiezan a soplar desde muy temprano e incrementan su fuerza cerca del mediodía. Y en horas de la tarde marca una gran diferencia a favor de puerto Morín, al igual que su gente amable y que ofrece una gastronomía tradicional de muy buena calidad. Es un apacible lugar digno de comparar y capaz de competir con otros destinos nacionales e internacionales”, enfatizó.
No podemos partir sin antes degustar la sazón de este puerto. La dueña del rancho nos sirve una contundente fuente de ceviche de mero y otra de chicharrón de pescado, que nos reponen las energías después de varias horas de intenso trajín. El sabor tiene su estilo propio, muy agradable y barato, por cierto.
MUCHO ENTRENAMIENTO
Luis Manasés Saldaña advierte que para iniciarse en el kiteboarding es necesario llevar un curso con un instructor calificado, con incidencia especial en las reglas de seguridad en todos los niveles técnicos.
Los primeros ingresos al agua se hacen sin tabla hasta que el principiante domine el kite, especialmente los procedimientos de autorescate y los comandos para subirlo y bajarlo, luego de comprender la fuerza impulsora del equipo. Y unas vez que aprenda a controlarlo, ya es hora de comenzar con la tabla.
El kiteboarding es un deporte que presenta riesgos altísimos para quienes no siguen las normas de seguridad. Las causas de accidentes surgen cuando las personas intentan aprender solas o con ayuda de algún inexperto. Eso más bien, podría retrasar el aprendizaje de un mes a varios. Los requisitos para iniciarse en esta práctica son: saber nadar bien y disfrutar del agua, no es necesario ser fuerte, aunque sí tener un buen estado físico; los vientos ideales para aprender oscilan entre 8 y 18 nudos. Aprovechando la velocidad del viento se puede alcanzar un promedio de 50 a 80 kilómetros por hora, al momento que se corre con la tabla.
El kite se remonta a las antiguas poblaciones chinas e indonesias que utilizaron cometas como tracción para movilizar sus embarcaciones de pesca, hasta que en 1977, Gijsbertus Adrianus Panhuise patenta un sistema de navegación con una tabla y una especie de paracaídas. Posteriormente en los años 90 se desarrolló el primer kite, muy similar a los actuales. En ese país, este deporte es un arte y una industria, una de las mayores del mundo, que forma parte de su cultura
Este deporte está muy difundido en el mundo, pero su acceso es limitado por los costosos equipos y las características geográficas de los países; aunque el kiteboarding también es practicado en lagos, nieve y en arena con un buggy.

Los delfines de Puerto El Morro

Por: Guido Sánchez Santur
“Puerto El Morro, pueblito pesquero, tradicional por sus pescadores que se levantan muy temprano a recorrer su hermoso lugar…Son sus hombres fuertes y laboriosos, trabajadores llenos de alegría…Sus mujeres sencillas y honestas, plenas de tanta bondad…..Y su gente que viene a observar a los delfines en el mar con su diario coqueteo singular…”.
Con este saleroso y pegajoso sanjuanito que baila un grupo de niños, nos reciben (a un grupo de 53 periodistas extranjeros) calurosamente y muy emocionados los pobladores del Puerto El Morro, a hora y media al sur del cantón Guayaquil, en la provincia del Guayas (Ecuador).
Con entusiasmo nos comentan las maravillas que nos esperan más allá de tierra firme, siguiendo la ruta de los manglares. Terminado el ritual de acogida, nos muestran el centro de interpretación y nos alcanzan los chalecos salvavidas, antes de abordar las embarcaciones. Dejamos atrás el puerto y navegamos por un recodo del amplio estero y el exuberante manglar. A medida que avanzamos apreciamos la diversidad de aves marinas que revoletean en el bosque, unas más impresionantes que otras, entre las que destaca la estirada Garza Rosada. Se estima que en este lugar habitan cerca de 3 mil especies de aves; por eso, el mes de octubre arriban observadores de aves de distintos países.

De pronto, a lo lejos apreciamos que en mar se mueven unos bultos de color negro. Agudizamos la visión y el guía nos confirma que se trata de los delfines que nadan a ras del agua, luego parece una alerta y empieza el “cacerìa” de imágenes.
Salta uno por un lado, otro aparece más allá, se aproximan a los botes, pasan por debajo, zambullen, nadan de en pareja; mientras los fotógrafos disparamos sin cesar. Me da la impresión que los delfines jugaran a las escondidas con nosotros porque apenas aparecen, de inmediato se sumergen y vuelven a salir, dejando escapar si singular silbido. Así transcurrió casi una hora, persiguiéndolos con los botes con el afán de captar la mejor imagen. Con la emoción a flote por tan grata experiencia, el guía nos indica que debemos continuar la ruta, donde observamos que en la orilla unos pescadores con sus pequeños botes o caminando por la playa y entre los manglares, capturando cangrejos, conchas o almejas.

Más allá descendemos en una estrecha playa y nos adentramos al bosque por un puente construido con madera, hasta unas escaleras por las que ascendemos a un mirador que sobresale entre la copa de los árboles, desde el que admiramos la frondosidad de la vegetación y el extenso brazo del mar que se abre paso entre los manglares.
Bajamos e iniciamos el regreso en nuestra barca, bajo un radiante sol, pero refrescados por la brisa marina y las ráfagas de viento que suelta el manglar.
Ya en tierra firme, la vicepresidenta de la asociación Puerto El Morro, Luciana Anastasio Jordán, nos explica que la Ruta de los Delfines tiene un recorrido de dos horas, trayecto en que los cetáceos están distribuidos en diferentes sectores, desde la salida en el muelle artesanal, pasando por la Boca de Posara y la isla Manglecito.
Agrega que, según el último conteo realizado el año pasado, en este ecosistema habitan más de 100 delfines, de la especie conocida como Pico de Botella. La mejor hora para observarlos es en las mañanas, pero con un poco de suerte tambien en las tardes, aunque con menos posibilidades. Estos animales están dentro del estuario, un área protegida que fue declarada en setiembre del 2007.
Mientras conversamos, las cocineras nos ofrecen los exquisitos platos típicos, como la liza asada con menestras, sopa de cangrejos, ensalada de cangrejos, ensalada de conchas, entre otros que son preparados con productos pescados en los manglares.
“A través del Ecoclub Los Delfines, invitamos a las familias que vengan a conocer los exuberantes manglares, los delfines y las fragatas. Este es un pequeño poblado que los recibe con los brazos abiertos”, nos dice Anastasio Jordán, mientras nos despedimos, y caminamos entre los pescadores que cargan pesados sacos con cangrejos.
EJEMPPLO A IMITAR

Los 40 miembros de la Asociación Ecoclub Los Delfines de Puerto El Morro están abocados a ordenar la prestación del servicio con sus 15 embarcaciones, pero sin descuidar la protección de la reserva para evitar el alejamiento de las aves.
Esta actividad involucra a guías locales, operarios, motoristas, cocineras y niños que hacen representaciones teatrales. De los ingresos que se obtienen por concepto de los paseos a los turistas, los dueños de las embarcaciones hacen un aporte que es depositado en una cuenta, y cuando es necesario cubrir algún gasto de recurre a ese dinero.
Esta asociación se creó hace seis años, a iniciativa de Simeón Figueroa, quien propuso el proyecto, a su retorno de Taiwán. Su aspiración no sólo era darle un carácter turístico, sino preservar el ambiente, ya que nadie respetaba este recurso (arrojaban basura al mar, talaban el mangle, etc.). “Todo eso funcionó y ahora somos una asociación socio-ambiental”, asegura Anastasio Jordán.
Gracias a esta organización se puso en marcha un proyecto de siembra de mangles en dos hectáreas y se maneja el cangrejo con vedas dos veces al año en épocas de reproducción. Además, periódicamente organizan minkas para la limpieza del ámbito urbano y en los esteros con participación de la comunidad y en coordinación con el Ministerio del Ambiente y las autoridades de la comunidad. Los desechos se reciclan (botellas de vidrio y plástico) a fin de reaprovecharlos.
Se conoció que el año pasado este atractivo recibió alrededor de 8 mil turistas, aunque algunas épocas los días feriados llegaban hasta mil visitantes.

Talara y sus lobos enamoradizos

Por: Guido Sánchez Santur

Cuando bajamos del bus nos abriga el calor de su clima tropical y nos acoge la calidez de su gente norteña, salerosa, dicharachera y querendona. Así es Talara, una provincia que pertenece a la región Piura, al norte del Perú, y cuya población todavía no puede apartarse de su su fantasía: su pasado esplendoroso, aquellos años “cuando los “gringos” administraban las empresas de extracción y refinería de petróleo. Se trabajaba fuerte, pagaban bien y había de todo”. Esta frase melancólica la escuchamos en cada esquina.
Salgo de mi hospedaje y en una mototaxi me dirijo al puerto en busca de una lancha para hacerme a la mar en pos de los lobos marinos que tanta fama les han hecho los mismos talareños. Ellos se sienten orgullosos porque consideran tener un pedacito de Paracas, la más grande reserva que protege a esta especie marina, al sur del país.
Estoy parado frente al muelle y el panorama es sorprendente. Más de 200 lanchas grandes y pequeñas acoderadas en esta pequeña bahía. No es para menos, es feriado y los pescadores han parado las máquinas para festejar.
Mientras algunos pescadores apuran el traslado de la pescada extraída en la madrugada, otros se aprestan a sacar los motores fuera de borda para ponerlos a buen recaudo. En la orilla filetean el pescado y lo ofrecen a precios ganga o preparan su ceviche al paso. En medio de este barullo nos abrimos paso entre el griterío en busca de nuestro bote que nos adentrará en el mar. Un viejo pescador que parcha su red, con una amplia sonrisa, nos recibe un gusto accede a llevarnos. Avanzamos despacio, entre las aves marinas que revoletean. Desde que partimos nos encontramos con lobos solitarios que se aproximan a los botes en busca de alimento. Avanzamos, y en una enorme boya avistamos que descansa y toma sol un viejo lobo. Su soledad y quietud me recuerda que estos animales están camino a la extinción debido a que el ser humano los cazaba para obtener carne y aceite, pero la principal razón era la piel de las crías recién nacidas, llamadas "popos" usada en peletería (trajes confeccionados con cuero). Los pescadores hacen lo suyo, ellos los asesinan porque se comen los peces o quedan atrapados en sus redes y las destrozan.
Seguimos el trayecto y en la orilla, junto a un acantilado convertido en mirador, desde el litoral, apreciamos una manada de lobos descansando entre las rocas, entrando y saliendo del mar, disputándose las hembras o simplemente jugando entre sí.
Otros se aproximan a nuestro bote y hacen piruetas como si quisieran ofrecernos un espectáculo, demostrando sus habilidades. Más allá un macho y una hembra se persiguen, se encuentran y salen a la superficie con la trompa en alto muy juntitos. No sabía que estas especies son tan querendonas, expresivas y exhibicionistas.
Realmente es una escena espectacular. Regresamos y en otra boya encontramos una loba descansando y que se asusta con el sonido del motor. En esos momentos aparece su pareja que desde el agua merodea y observa si ella sigue allí, logrando que se lance al agua.
El guía nos dice que nos debemos temer, pues estos animales son pacíficos y que inclusive uno se puede bañar junto a ellos; aunque al verlos bostezar, su apariencia con sus filudos colmillos, nos inspiran respeto.
Existen dos tipos de lobos: chusco, sudamericano, de un pelo, león marino del sur o león marino sudamericano (otaria flavescens) y tienen hasta 300 kilos de peso (los machos adultos, el doble que las hembras), prefieren las playas arenosas para congregarse; y los finos (arctocephalus australis), de cuerpo más esbelto, que se reúnen en las roquerías y salientes inaccesibles del litoral. Ambas especies se reproducen entre noviembre y marzo, meses ideales para su observación.
Desde el mar apreciamos la chimenea en la que los trabajadores de Petroperú queman los gases excedentes de la refinería; una pequeña playa blanquecina, donde las familias acuden a broncearse y esa flota de naves pegadas a la orilla, entre las que también están los barcos que cargan el petróleo o que son utilizadas para trasladar las estructuras de las estaciones petrolíferas que están en alta mar.
Al salir a tierra firme, ingresamos al mercado que está frente al mar, donde el principal producto de comercialización es el pescado y maricos. Ahí una veintena de jóvenes, expertos con el cuchillo afilado, filetean los pescados más pequeños a fin de ofrecerlos a las “chicherías” donde los preparan como ceviche o en chicharrón. Una delicia.
Con esta imagen impregnada en mi memoria regreso, con el firme propósito de regresar a caminar los senderos a la Punta Balcones, la playa Las Capullanas (la más enigmática de Talara) y su exquisita comida, en base a pescados, por su puesto.
HISTORIA LIGADA AL PETRÓLEO
Talara está ubicada al norte de Piura, entre los cerros de Amotape y el mar. Fue creada el 16 de marzo de 1956. Se precia de poseer las playas más hermosas de la
la costa norteña como Máncora, El Ñuro, Los Organos y Cabo Blanco.
La ciudad capital es un puerto que llegó a producir más del 90 por ciento del petróleo peruano. Aquí se encuentra la refinería y las plantas de almacenamiento de crudo más importante de la costa norte, además de una numerosa flota pesquera. En la cercana localidad de Negritos se explotan varios yacimientos bajo la modalidad de contratos a terceros.
El sabio Antonio Raimondi escribió que en Amotape existe asfalto que mezclado con arena arcillosa se presenta en masas de color próximo al chocolate, con ligero bituminoso; y que al fuego se inflama y quema con llama fuliginosa.
En 1849 llegaron los primeros buscadores de petróleo que escondía la superficie árida y desértica. Así nace Talara como un campamento hasta transformarse en una gran ciudad.
A Talara se llega partiendo de Piura en ómnibus en un recorrido de 120 kilómetros. Todos sus distritos están conectados con la capital a través del servicio de combis o buses; mientras que por vía aérea, se puede llegar al aeropuerto FAP. Capitán Montes.
La provincia de Talara, cuenta varios recursos turísticos: Balneario de Máncora, Playa Cabo Blanco, Punta Balcones, Bosque Pariñas, Cerros de Amotape, Yacimiento de Fósil de Ballenas, Plataforma del Zócalo Continental, Refinería de Talara y el Centro Cívico de Talara.

Virú, rituales que perduran en el tiempo

Por: Guido Sánchez Santur

Virú es una provincia impregnada de historia, leyendas y mitos, cuya grandeza ancestral parece haberse mimetizado entre la bonanza contemporánea, en esa emergente producción agroindustrial que no sólo abre las puertas a la exportación, sino que complementa ese mosaico de atractivos históricos que encandila a los visitantes.
Junto a un grupo de jóvenes estudiantes y empresarios del turismo enrumbamos a estos lares. Nuestra primera parada fue en una imponente duna que está frente a Pur Pur, donde caminamos, corrimos y nos regocijamos con toda libertad; mientras observamos esta extensa sábana verde formada por las parcelas de espárragos, alcachofas y criaderos de ganado vacuno y ovino; y claro, no podemos dejar de sorprendernos por el imponente canal Madre que atraviesa desiertos y pétreos cerros llevando el agua que da vida a estos arenales.

Luego, continuamos hasta el campamento San José, donde 150 alumnos del colegio María Sabina Sandoval Robles del centro poblado California, ataviados a la usanza de los antiguos pobladores de estas tierras, nos esperaban listos para escenificar danzas y rituales que nos dejaron pasmados con su fuerza histórica y actoral. Realmente un recibimiento privilegiado.
Mientras la profesora Elena Altamirano de Mori relata el desarrolla de estas historias, los alumnos se desplazan y representan cada ritual, con ese ímpetu que les imprime el hecho de saberse herederos de esa gloriosa y antigua cultura Pirú o Virú.
“En los días previos a la aparición de la luna llena, el Señor Utzho Apissek, acompañado de su corte y el pueblo rinden culto a su diosa por las bendiciones recibidas y le dedican rituales y festejos en presencia del gran sacerdote”, comenta.
En esos momentos los danzantes avanzan en fila y dan inicio al ritual del agua, a la que consideran un elemento prodigioso que emana del corazón de la tierra y discurre por los caudalosos ríos. Su pureza, comparada con el resplandor de la luna, calmaba la sed del curaca y hacía germinar los campos, por eso merecía tributo.
Un grupo de mujeres vírgenes, especialmente preparadas para este acto, recoge el agua y la deposita en vasijas que luego cargan los varones y la llevan al templo, donde el sacerdote la purifica ahuyentando los malos espíritus, antes de entregarla al Gran Señor, quién la dirige al cielo y ruega a sus dioses que la dote de propiedades divinas.

Tras este ritual, de otra esquina entra al escenario otro grupo para rendirle tributo a la chicha, la bebida de los dioses que se consumía en todas las festividades de las antiguas civilizaciones. Su preparación, a base de maíz fermentado, estaba a cargo de las mujeres más experimentadas de la comarca, cuyo secreto era celosamente guardado por el catador que auscultaba cada recipiente, y la de mejor sabor se ofrecía en los festejos a sus divinidades.
Un tercer grupo de varones se desplaza abriendo surcos en la tierra, seguido de varias mujeres que, como símbolo de fertilidad, van sembrando el maíz en los hoyos; luego, viene la fase del deshierbo, el abono y la cosecha que beneficiará a los pueblos aledaños. Esta era una etapa de unión y armonía, desterrando rencillas, bajo la tutela del sacerdote que ofrendaba el pago a la tierra.
El cañán es un reptil que fue el principal alimento de los antiguos viruñeros, y que ahora va camino a la extinción, por eso le dedican un ritual. Las mujeres tejen las redes con carricillo y totora y las entregan sus maridos que salen de cacería, sorprendiendo a estos animales entre los algarrobales y arenales, mientras los machos se disputan una hembra para aparearse.
Los ejemplares machos levantan una pata para llamar a la hembra, y cuando esta se acerca paulatinamente, los cazadores los sorprenden, interrumpiendo el cortejo. A este reptil se le atribuye propiedades afrodisiacas, y es ofrecido como el mejor alimento al Señor de Virú.
Otra especie que desapareció en las costas de Virú es el venado, al que también se le rinde un ritual. Cuando los cazadores emprenden su faena hieren con su lanza a uno de estos especímenes, sentenciándolo a una muerte lenta y penosa. Previamente, las doncellas invocan a la madre luna, que proteja a sus consortes y les permita encontrar su presa porque su sangre será ofrendada a ella.
Altamirano de Mori narra cada detalle de esta historia con tal pasión que sus palabras nos remonta al pasado: “Cuenta la leyenda que hace muchos años emergieron los primeros pobladores de unas tierras llamadas Queneto, desde entonces floreció la gran cultura Virú, cuya influencia se extendió hasta lo que ahora es Ancash, en el sur; y Lambayeque, por el norte”.
Y enfatiza que ésta fue gente pacífica que no padeció el hambre. Su gobernante más destacado fue Utzho Apissek (gran conocimiento), que gobernó en el siglo 200 a.C. Tuvo poder político, militar, económico, civil y religioso, sustentados en una justa distribución de la producción.
Mientras retumba el eco de este mensaje, pasamos a degustar uno de los potajes emblemáticos de Virú: la Boda, cuya preparación data de los primeros años de la Colonia, y que complementamos con las sabrosas alcachofas, los espárragos y pimientos pikillo que nos ofrece el Proyecto Especial Chavimochic. Así, el retorno no puede ser más placentero, tras vivir una experiencia única e inolvidable.

Verdor y tradición en el corazón de Guayaquil

Por: Guido Sánchez Santur
En sí misma, la ciudad es atractiva. Llama la atención el orden del tránsito vehicular, gracias a sus pasos a desnivel, puentes y túneles, y claro, su abundante vegetación en cada espacio libre. Esto parece una filosofía no sólo de las autoridades, sino también de los ciudadanos, pues de las viviendas y locales de empresas e instituciones, cual brazos agigantados, se extienden frondosas ramas de los árboles que se cultivan en los jardines.
La maravilla es el caudaloso río Daule, sobre cuyo cauce se extiende un enorme puente que lo une con el sur del país. En una de sus orillas se impone uno de los más cercanos atractivos naturales: el Parque Histórico de Guayaquil (Ecuador), que deja extasiado a cuanto visitante se adentra entre su vegetación.
Este es un espacio de ocho hectáreas que nos transporta a la antigua provincia de Guayaquil del siglo XIX, a través de tres zonas: tradiciones, urbano arquitectónica y de vida silvestre. Está ubicado en la avenida Esmeraldas, a la altura del kilómetro 1,5 de la avenida Samborondón y forma parte de un programa cultural, medio ambiental, educativo recreativo y turístico a cargo del Banco Central del Ecuador.
Se trata de un museo de estilo de vida que recoge los procesos culturales que transitó esta región, desde la “tierra del mullu (spondylus)” hasta convertirse en la provincia del Cacao.
En la Zona de Tradiciones se expone la vida rural del agro costeño de fines del siglo XIX y comienzos del XX, rescatando las raíces históricas y las tradiciones, que están vinculadas a la agricultura y la ganadería, especialmente el cacao que trajo consigo una gran prosperidad económica a la región.
Este escenario histórico está representado por la Casa Hacienda San Juan y la Casa Campesina, incorporadas a un ambiente de plantaciones y aves de corral similar al de su entorno original. El sitio está ambientado con personajes que recrean la forma de vida montubia (etnia que se caracteriza porque sus miembros son dicharacheros con un léxico recargado de humor; sencillos, generosos y mantienen viejas costumbres, mezcladas con lo moderno).
En este espacio se reconstruyeron edificaciones que fueron muy importantes en la vida urbana de la ciudad, y cada domingo se escenifican obras teatrales que recrean las tradiciones de antaño, especialmente la rutina del hacendado y el peón de aquella época; además de preponderancia de la mujer en el hogar.
Además se cultivan huertos etnobotánicos, donde los visitantes observan una variedad de plantas nativas y endémicas de la región.
La Zona de Vida Silvestre se trata de un área boscosa que alberga especies nativas y endémicas representativas de la región costa, algunas de las cuales se encuentran en peligro de extinción, y que las podemos visitar a través de una red de puentes de madera elevados, diseñada en función de los escenarios naturales existentes.
Es un privilegio encontrar cuatro ecosistemas: Bosque seco Tropical, Bosque de Manglar, Bosque de Llanura Inundable y Bosque de Garúa, donde habitan 30 especies en exhibición y otras en estado silvestre. Esto sustenta el propósito del parque que no sólo es ofrecer entretenimiento, sino también educar a la colectividad en el conocimiento de la riqueza natural y la necesidad de preservar, a fin de que las nuevas generaciones valoren un hábitat que está muy cerca de la ciudad.
La Zona Urbano Arquitectónica acoge edificaciones, de valores histórico y arquitectónico, construidas a fines del siglo XIX y comienzos del XX, rescatadas por el Banco Central en los años 80 y posteriormente trasladadas a este parque para su restauración y reconstrucción. En este lugar se integran el Malecón 1900, la estación fluvial, el carro urbano y la presencia de personajes vestidos a la usanza de la época, con lo cual se recrea la ciudad de Guayaquil de inicios del siglo pasado.
Al terminar este recorrido nos queda la sensación de habernos adentrado en esa densa naturaleza, la historia, la cultura y las tradiciones de los guayaquileños que ellos las viven y las sienten con intensidad. Éste es un apretado mosaico que lo ofrece Ecuador a los visitantes.
CIUDAD DE CONVENCIONES
Su ubicación geográfica, el clima, sus recursos naturales y su importante cambio urbanístico han convertido a Guayaquil es una ciudad cosmopolita propicia para la organización de una serie de eventos.
A esta ciudad se le considera el puerto y puerta de entrada al Ecuador y cuenta con una moderna infraestructura gracias a las recientes inversiones empresariales (hoteles, restaurantes, transporte, auditorios, etc.), lo que le imprimen características propicias para el turismo de incentivos y de convenciones y eventos.
A través de esta ciudad se accede vía aérea al Ecuador a través del aeropuerto internacional José Joaquín de Olmedo; y vía marítima por el puerto de Guayaquil a donde han arribado numerosos cruceros; además, cuenta con un moderno terminal terrestre a donde llegan y parten buses que cubren las diferentes rutas del país.
Esta ciudad permite recoge la esencia de su gente y las costumbres recogidas de todos los emigrantes radicados acá. Esto le valió para que Guayaquil sea premiada y reconocida internacionalmente, de tal manera que en junio de 2004 varios alcaldes latinoamericanos llegaron a observar su modelo de desarrollo. Esto impulsó a la Cámara Provincial de Turismo del Guayas, desde octubre el 2003, a emprender acciones encaminadas a posicionar la imagen de la ciudad a través del Buró de Convenciones e Incentivos.
Guayaquil es capital de la provincia Guayas y tiene 2 millones 200 mil habitantes. Su puerto marítimo es el de mayor movimiento de productos no petroleros del Ecuador.
Es muy interesante visitar y apreciar el Guayaquil histórico y el barrio de Las Peñas, además el Palacio Municipal, la Torre del Reloj, el Malecón 2000 y el Estero Salado.

San Agustín, donde las leyendas cobran vida

Por: Guido Sánchez Santur

Desde la cima del cerro Huamán se domina el valle de San Agustín.

Dejamos atrás el grisáceo cielo trujillano y nos abrimos paso hacia un panorama verde, soleado y un aire fresco con sabor a libertad. Los cañaverales a los costados de la pista parecen saludarnos mientras avanzamos siguiendo la carretera de penetración a la sierra. Pasamos por Shirán, Otuzco y nos adentramos por una trocha carrozable que nos lleva a San Agustín, abrigados por un candente sol.
Estamos sobre los 3 mil metros sobre el nivel del mar. De pronto, desde un cerro avistamos unas casas aisladas y la guía Mary Lis nos advierte que ese es el caserío San Agustín. Proseguimos la marcha en la camioneta cerrada y al aproximarnos al pueblo apreciamos que una multitud de niños y adultos avanza a nuestro encuentro.
Para ellos, era todo un acontecimiento saber que por primera vez los visitaba un extranjero, nada menos que el alemán Lothar Burghardt -consejero en desarrollo de turismo en Alta Selva Negra- uno de los principales expositores en la segunda Convención Internacional: Turismo Sostenible, el Nuevo Reto del Perú, que organizaron Reptur Perú y la asociación Colibrí, la primera semana de octubre último.
La emoción nos embarga al observar que los pequeños del colegio primario No. 80948 hacen flamear banderas peruanas y alemanas, mientras escoltan a los visitantes hasta su plantel, donde los profesores y alumnos se han esmerado en preparar la escenificación de la Danza de la Siembra de la Papa, como expresión de sus arraigadas tradiciones ancestrales.
Después del recibimiento protocolar enrumbamos a la parte alta del pueblo. El entusiasta director del plantel, Luis Núñez Nacarino, nos guía al encuentro con las leyendas del pueblo. Ascendimos otros mil metros más y estamos sobre el cerro Huamán, un mirador natural desde donde se domina todo el valle productor de papa, trigo, cebada, chocho; así como ganado ovino y vacuno lechero.
Los niños viven sus tradiciones cada día.

En la cima de esta elevación geográfica nos topamos con restos arqueológicos de una ciudadela de piedra labrada, que habría tenido influencia o formado parte de los markawamachucos.
Se trata de estructuras líticas cuadradas y rectangulares distribuidas hasta en cuatro niveles. Por las características del lugar y la similitud con otros recintos pre incas, se trataría de un sitio ceremonial dedicado a los rituales; además de una fortificación militar gracias a su estratégica ubicación.
Aparte de su valor histórico, este lugar es propicio para práctica del turismo vivencial o rural, pero también de los deportes de aventura. Las formaciones rocosas naturales que se imponen entre los sembríos de papa y el ichu permiten la práctica de la escalada en roca, ciclismo de montaña, caminatas o trekking, motocross, cabalgatas, rapelismo (descenso en cuerda en superficies verticales). También vuelo en parapente o en globo
LEYENDAS VIVIENTES
Extasiados por la belleza del paisaje, a la vez que el viento acaricia nuestros rostros y el radiante sol penetra hasta nuestros huesos, apuramos la respiración para llenar los pulmones con oxigeno. Estos momentos aprovecha el profesor Núñez Nacarino para narrarnos algunas leyendas que le enseñaron los lugareños.
“Estas dos peñas están separadas en una distancia de dos metros y es posible cruzarlas improvisando un puente, pero cuando estamos al otro lado ya no se puede retornar porque se distancian paulatinamente hasta hacer caer a las personas a la profundidad, en cuyo fondo dicen que hay una laguna. Y eso parece ser cierto, porque alrededor del cerro nacen manantiales”, refiere.
Al escucharlo se me eriza el cuerpo porque estoy parado casi al filo de esas pronunciadas grietas y el viento sopla más fuerte, como confabulándose con el narrador, quien prosigue con sus relatos.
“Al frente de la peña Huamán está el cerro Lluque, donde sobresale una roca que tiene una abertura parecida a una puerta, cuya abertura está marcada. En época de invierno la espesa neblina lo cubre totalmente y las pastoras que se acercan demasiado ven al interior una ciudad preciosa con lagos, casas relucientes y coloridos jardines que las tienta a ingresar y caminar como hipnotizadas entre la gente que la habita; cuando se dan cuenta y quieren regresar no encuentran la salida. Los moradores comentan que varias mujeres han desaparecido aquí”, añade.
De esto da fe el poblador Honorio Bacilio Roldán, quien asegura que él estuvo a punto de ser víctima de este encanto. Y agrega que en el cerro Cungayo hay una roca que tiene un pozo (Pila Milagrosa), de donde los agricultores, en tiempo de sequía, recogen agua con su sombrero y la esparcen en el espacio, imitando a sus antepasados; a tres o cuatro días después de este ritual llueve a cántaros.
“No sé si fue coincidencia, pero hace cinco años dos padres de familia me dijeron que iban a ese lugar y me advirtieron que la semana siguiente llovería. A su regreso les pregunté qué hicieron y me contaron lo mismo. Para mi sorpresa, la lluvia cayó en los días sucesivos y los campos reverdecieron nuevamente”, comenta Núñez Nacarino.
Después de degustar un exquisito cuy guisado con trigo sancochado, emprendimos el regreso. Hasta hoy retumban en mi memoria las imágenes de esos míticos relatos, cuyos escenarios caminé.

Las rocas separadas que abrigan una vieja leyenda de desapariciones.

Comunidad apuesta por el turismo
La población está entusiasmada con la idea de aprovechar sus recursos arqueológicos y naturales para promover el turismo hacia su comunidad.
Esto los motivó a apostar por el turismo rural y vivencial en el que intentan adentrarse de a pocos, en cuya iniciativa esperan contar con el apoyo de las autoridades provinciales y regionales.
Uno de los primeros pasos que darán en pos de este objetivo es la construcción de un local comunal donde haya habitaciones, servicios higiénicos y duchas con agua caliente para hospedar a los visitantes.
Esta idea ya recibió el espaldarazo de la educadora y experta en turismo, Nuria Jiménez Ramírez, quien les prometió amoblar y acondicionar el hospedaje, además de contribuir a la canalización de más recursos económicos.
“Estamos dispuestos a hacer todo lo que sea necesario para darle a nuestra comunidad las condiciones necesarias que permitan atraer turistas”, aseveró el agente municipal de San Agustín, Agapito Agustín Gómez.
Al conocer esta iniciativa, el alemán Lothar Burghardt, destacó las condiciones naturales con que cuenta este lugar para la práctica del turismo vivencial. Y aseguró que cualquier extranjero podría elegir este lugar para pasar una temporada si encuentra los servicios necesarios. No descartó la posibilidad de volver a esta localidad en un próximo viaje que haga al Perú.
San Agustín tiene una población aproximada de mil 500 moradores dedicados a la agricultura y a la ganadería. Sus mujeres conservan costumbres ancestrales, especialmente el tejido en telares, utilizando lana de ovejas

Los deliciosos hongos de Marayhuaca

Por: Guido Sánchez Santur

Chiclayo, Perú. La comida peruana de por sí es deliciosa, contundente, variada, de sabores originales e ingredientes de alta calidad. Esas características se enriquecen cada día con las innovaciones que van imprimiendo los chef, estudiosos, aficionados a la cocina y las mismas amas de casa.
Esto lo experimentamos en la ciudad de Chiclayo (Lambayeque), donde el Centro de Formación Turística (Cenfotur) alista la publicación de 15 nuevas recetas gastronómicas a base de las bondades alimenticias de los hongos comestibles (frescos y deshidratados). Algunos de estos potajes fueron exhibidos y el público los degustó con especial predilección.
Debo confesar que al principio estaba renuente a meterle diente a esos platillos, pero luego de probar el primero no paré hasta sacarle una tajada a cada uno de ellos, sorteando la multitud que pugnaba por llevarse la mejor parte.
Se diluyeron en mi boca la Lasagna de hongos, la Milanesa de hongos en salsa de Maracuyá picante, la Ensalada Picante, Salteado de papas duquesa en hongos, empanadas rellenas con hongos, Timbal de Hongos, pizza, tortillas. Una mención especial merece el rocoto relleno con hongos, un verdadero manjar que destaca por su textura y su sabor, pero sobre todo la forma como se conjuga los ingredientes.
Otros potajes que también se preparan en algunos restaurantes chiclayanos son hongo a la parrilla y el anticucho, como cualquier carne animal, con la diferencia que ésta es más saludable.
¿Cómo lo hacen?
El chef y docente de Cenfotur, Ernesto Goicochea Montenegro, destaca que el hongo es un alimento muy saludable, natural y autóctono, lamentablemente poco conocido. “Estamos innovando recetas desde hace tres meses, inclusive lo incluí en los platos de mi restaurante”.
Asegura que la aceptación de los comensales es buena porque es un alimento muy suave, que permite elaborar empanadas rellenas, mariscos, cebiche, pizzas, chicharrones y una infinidad de platos no sólo gourmet, sino también orientados al público en general, teniendo en cuenta que sus precios van desde los dos soles.
Los consumidores habituales son las familias de mayores posibilidades económicas, por eso se está promocionando a todo nivel con el propósito de que lo conozcan las grandes mayorías.
Mientras se hacía la degustación y se mostraba los hongos frescos y deshidratados en bolsas y frascos de vidrio, algunos comuneros engalanaron la actividad con sus trajes típicos, y mostrando la destreza de las mujeres en el tejido con el uso de la rueca y el ancestral telar e hilos teñidos con tintes naturales. Esta es una etnia quechua hablante heredera de los incas.
Esta degustación, que se desarrolló en la plazuela Elías Aguirre de Chiclayo, forma parte de las actividades de proyección social que cumple Cenfotur en la comunidad San Isidro Labrador de Marayhuaca (Incahuasi) con la finalidad de difundir y posicionar el consumo del preciado hongo que ya contribuye al desarrollo económico de esta población.
La directora de Cenfotur Lambayeque, Cecilia Huerta Farro, destacó que éste es un aporte de alumnos y docentes de su institución, poniendo en práctica sus conocimientos aprendidos.
Añadió que también está empeñada en elaborar un recetario con 30 potajes preparados en base al zapallo loche, los mismos que fueron preparados por alumnos y profesores de esta escuela. Inclusive este trabajo sustenta el expediente presentado al Indecopi por el Gobierno Regional de Lambayeque con la finalidad de conseguir la denominación de origen de este cultivo.
Este trabajo será presentado en un libro en el que se incluirán entradas, fondos y postres en base a loche, lo cual constituirá un gran aporte a la culinaria del norte peruano.
Un aporte necesario que enriquecerá la culinaria norteña, pero sobretodo, que contribuirá a su promoción en todos los ámbitos del país y el extranjero.
AGRICULTURA APOYA
El proyecto de cultivo de hongos está a cargo del jefe de Agro Rural en Incahuasi del Ministerio de Agricultura, Bernardino Lalupú Silva, quien presta la asistencia técnica a la comunidad y destacó que el consumo de este producto está creciendo por ser un alimento altamente nutritivo, ecológico y natural.
Recuerda que sus propiedades comestibles fueron evidenciadas hace dos años cuando encontraron grandes cantidades de hongos, a partir de lo cual hicieron los estudios pertinentes y consiguieron el registro sanitario, lo que permite venderlo principalmente en Lima, en forma deshidratada (en bolsas y en frascos), aunque fresco es más saludable.
La mayor cantidad proviene de Marayhuaca (despacha mil kilos mensuales, lo que representa 35 mil soles de ingresos a los pobladores) y Porcón (Cajamarca). Añade que en Lambayeque hay una capacidad productiva de 5 mil kilos mensuales a cargo de 91 familias, pero ello significa conquistar mercados externos y masificar el consumo.
“Es un hongo que resulta de la simbiosis del pino radiata que se reforesta cada año en más de 100 hectáreas de Incahuasi. Su valor nutritivo se sustenta en el 21% de proteínas, 16 aminoácidos altamente útiles para el organismo y en su propiedades anticancerígenas; además, posee vitaminas y lo pueden consumir los niños y los ancianos, sobretodo los que padecen gota, colesterol elevado y otras enfermedades”, puntualizó Lalupú Silva.

La Ruta del Spondylus

Por: Maria Jose Rubin

Durante los próximos tres años, un circuito turístico binacional ecuatoriano-peruano será receptor de una inversión millonaria por parte del Ministerio de Turismo de Ecuador. Su nombre será Ruta de Spondylus, y el proyecto fue pactado con el Ministerio de Turismo de Perú el pasado sábado 25 de octubre. Con la firma de un acuerdo, ambos organismos dieron inicio a un período de intenso trabajo que dará como resultado un sendero turístico ejemplar.
Éste recorrerá la costa ecuatoriana desde Esmeraldas hasta Huaquillas, y se espera que, gracias a la diversificación de la oferta, el flujo turístico se distribuya mejor durante el año. Con destinos ya consagrados como
Galápagos y Machu Picchu, las temporadas altas de ambos países son muy marcadas, situación que se pretende revertir.
La idea del proyecto es incluir paradas culturales en el recorrido. El museo y el acuadio de Valdivia, el museo de Colonche, el cerro Jaboncillo y La Tolita, en Esmeraldas, son los nombres que se mencionaron hasta ahora.
Entre los puntos del presupuesto, que será de 5 millones de dólares, se destaca la capacitación como base del proyecto. Los cursos para guías nativos son un claro ejemplo de esta tendencia.
También se invertirá en la adecuación de senderos ecoturísticos, con señalización y mejora de caminos. La
gastronomía local y la tradición de pueblos pesqueros serán también una propuesta tentadora del plan.
Ecuador y Perú firmaron memorando para impulsar el desarrollo turístico de la Ruta Spondylus Machala, 27 de octubre de 2008.- La Ministra de Turismo del Ecuador,
Verónica Sión de Josse y su par de Comercio Exterior y Turismo del Perú, Mercedes Araoz Fernández, firmaron un memorando de entendimiento para el desarrollo turístico binacional de la Ruta del Spondylus, en el marco de la reunión de los presidentes Rafael Correa de Ecuador y Alan García de Perú, con sus respectivos gabinetes ministeriales, el sábado pasado en la ciudad de Machala.
Con la frase “Turismo, frontera de la Paz”, la Ministra Sión participó activamente en la reunión binacional, que concluyó con la firma del documento que busca la aplicación de acciones y programas de cooperación en materia de turismo; el desarrollo y promoción turística de cada país; el intercambio de planes de mercadeo; la estructuración del patrimonio turístico para la promoción del Ecuador y del Perú y la operación tanto a escala nacional como internacional de programas de desarrollo regional fronterizo en cada país.
El tema central de este compromiso fue la Ruta Spondylus, que se convertirá en una herramienta binacional para promover y difundir a través de ésta, las diferentes culturas, sitios, espacios, costumbres y demás atractivos que poseen los dos países, especialmente en las poblaciones en las que se han encontrado vestigios de la utilización de la concha Spondylus.
La Ruta Spondylus, diseñada por el Ministerio de Turismo del Ecuador, a más de constituirse en un símbolo para el fortalecimiento de los lazos de amistad que unen a Ecuador y Perú, se constituye en una herramienta de desarrollo y promoción turística que puede fomentar el desarrollo sostenible de esta actividad en forma binacional, hacia y desde las poblaciones actuales de las provincias de Esmeraldas, Manabí, Santa Elena, Guayas, El Oro y Loja en el Ecuador y los departamentos de Lambayeque, Tumbes, Piura, Cajamarca entre otros de la Región Norte en el Perú.

Complejo Turístico "Yacumama"


A 12 kilómetros de la ciudad de paja, Rioja (provincia del departamento de San Martín-Perú), por la carretera Fernando Belaunde Terry, en el caserío El Porvenir, un letrero indica el desvío hacia el Complejo Turístico YACUMAMA.

Un ejército de troncos de palmeras de aguaje, a lo largo de unos 150 metros espera al visitante.
Yacumama ocupa un área de poco más de 10 hectáreas.

Su propietario, Hugo Vela Díaz, un riojano defensor del medio ambiente, ha logrado plasmar en este espacio, parte de la majestuosidad de la selva: ríos, lagunas con abundantes peces nativos(gamita y sábalo, principalmente), monos, coloridas avencillas, tupidos bosques y una linda playa junto al río Negro.

Aquí, el visitante puede pescar a sus anchas, pasearse en canoas o bote-motores, ya sea en laguna principal o en el río Negro; nadar, descansar en la playa o internarse en la selva, toda una gama de actividades al alcance del visitante.

La Selva de las Cavernas



El Alto Mayo(provincias de Rioja y Moyobamba-San Martín-Perú) se encuentra en una zona sísmica. Presenta dos fallas geológicas; el cerro, la Ventana y el morro de Angaiza.

Hace millones de años, en esta zona, como producto de la evolución de la tierra se produjeron grandes aberturas que fueron cerrándose con el paso del tiempo, dando lugar a ríos subterráneos y grandes cavernas; por esta razón en cada naciente de río, al pie de la cordillera existe una caverna.

Algunas son accesibles como el de la quebrada de Cascayunga y los ríos Tío Yacu y Soritor; más otras son inaccesibles, como la caverna por donde brota el río Negro que aún aguarda secretos en su vientre.

También hay cavernas sin fuentes de agua, como las de Aguas Verdes, Aguas Claras, El Diamante, San Juan, Santa Fe, Las Velas y La Encañada de Tonchima. En total son aproximadamente 15 cavernas con formas caprichosas de piedra caliza, muchas de ellas pobladas por aves; Huacharos o Tayos.

La caverna más hermosa y más visitada es Cascayunga, ubicado a pocos kilómetros de la ciudad de Rioja. Esta caverna tiene una extensión aproximada de 150 metros. Es la caverna más impresionante de la región. Aquí se encuentran estalactitas, esmalagmitas y pilares de diversas formas y tamaños que tiene en su interior. También hay estalactitas gigantes, altares y laberintos adornados con piedras de diversas tonalidades.

Grandes pilares que se parecen a restos del Imperio Romano y túneles que dan acceso a otros salones no explorados tadavía. La caverna de Cascayunga se ha venida conservando gracias al cuidado de los pobladores del Centro Poblado La Perla de Cascayunga, quienes cuidan celosamente , este valioso recurso y a los bosques que lo rodean.

Esta caverna debe ser colocada en la vitrina del turismo mundial, por su belleza, amplitud y por los recursos naturales impresionantes que guarda en su interior.

Los Renacales del Avisado

El río Avisado se encuentra en la provincia de Moyobamba, en el departamento de San Martín, Perú. Baña una extensa área de aguajales y renacales de más de 3,000 hectáreas. En la actualidad, este valle constituye el último refugio de animales silvestres; monos y aves salvados de la destrucción ocasionada en otros lugares del Alto Mayo.

Navegar por las aguas del río Avisado es una vivencia extraordinaria. Una visita priviliosa en un lugar inimaginable, con cebadas, cataguas, palmeras y árboles que caminan.

Son incontables los kilómetros de nevegación dentro de la sombra de los árboles, respirando el dulce perfume de las orquídeas nacidas aquí, y escuchando el melodioso cantar de pajarillos y cotomonos o monos aullador, quienes anuncian la lluvia.

El árbol de renaco es la madre de la selva, ya que alimenta a las aves, peces y monos. Las raíces saltonas de formas caprichosas de los renacos es lo más sobresalinte y curioso en las aguas. Este árbol predomina en toda la región amazónica. el mismo que ha dado origen a numerosos cuentos y leyendas como el del Chullachaqui, el diablillo del bosque, quien engaña a los cazadores y defiende su hábitad de los depredadores.

Las familias de Moyobamba que habitan en este lugar reciben cordialemente a turistas propios y extrangeros invitándolos a degustar de platos exóticos, como el timbuche de cotolo, pez que abunda en el río; suri con plátano, el sabroso gusano que se desarrolla en el tallo del aguaje, entre otros.

Sin duda alguna, el privilegio de asombrarse ante un valle prodiogioso, sólo está en el Alto Mayo.

Chiquitoy, donde la historia está vigente

Por: Guido Sánchez Santur
sasagui35@gmail.com

Chiquitoy o Chicutoy (Santiago de Cao, Ascope) es un pueblo que abriga una historia milenaria, escenario de una de las culturas más importantes del norte peruano: Moche. Durante la Colonia y la República se caracterizó por su elevada producción agrícola y en esta etapa contemporánea se impuso con el cultivo de la caña de azúcar, gracias a la presencia de los hacendados.
Como muestra de este esplendor aún queda esa hermosa casa-hacienda de amplios patios, puertas elevadas, anchos ventanales y cómodas habitaciones; así como una locomotora que jalaba los vagones en los que se transportaba el azúcar a los puertos liberteños. Por eso, recorrer sus calles es como adentrarse en una página más de nuestra historia.
Entre los años 1000 y 800, en estos valles, floreció la cultura Moche que demostró un alto conocimiento de la ingeniería hidráulica. Luego, en este territorio, se asientan los chimús y después los incas, cuyas construcciones en barro todavía se evidencian.
Además de Chan-Chan, los chimú levantaron una ciudad en cada valle, algunas de las cuales llegaron a ser casi tan grandes como la propia capital, por ejemplo, Chiquitoy Viejo (Chicama), Pátapo (Lambayeque), Pacatnamú (Jequetepeque) y Purgatorio (valle del Leche).
Chiquitoy se convirtió en el principal centro administrativo Inca, provocando la decadencia de Chan Chan. Una de las principales funciones que cumplían los Incas en este lugar era inspeccionar los bienes que se enviaban desde el corazón Chimú a la capital inca, en Cuzco.
Con el arribo de los españoles, según Miguel Feijóo, entre 1538 y 1540 se fundaron los pueblos de indios: Santiago de Cao, Magdalena de Cao, Chocope, Licapa, La Concepción y Chiquitoy.
Chiquitoy fue originariamente uno de los repartimientos asignados a los conquistadores que residían en Trujillo y en el valle Chicama. Felipe Guamán Poma de Ayala (1536-1616) refiere que estos indios e indias eran muy limpios y pulidos.
Este centro poblado se empieza a constituir con indios, mestizos, mulatos, esclavos, negros libres y españoles. Estos últimos desplazaron a los indios de Chiquitoy Viejo y los colocaron en el lugar que ocupa actualmente la ciudad. Entonces, los indios que quedaron eran muy pocos y los negros empezaron a llegar como fuerza de trabajo.
En la República se cultivó uvas, plátanos, peras, olivos, higueras, naranjas y ciruelos, los que ya no están en su mayoría; por el contrario, todavía se mantienen en pie los antiguos ficus sembrados a finales de los años 1600 por la familia Del Risco.
Antes que Chiquitoy sea Cooperativa y luego Club Cooperativo se le llamaba huerto de la hacienda o simplemente huerta hacienda. El ex club presenta dos canchas deportivas, un estadio, una plaza de toros, un coliseo de gallos, una laguna, una piscina para niño y una de adultos, duchas, sombrillas, vestidores y un gran espacio ideal para camping y esparcimiento familiar.
La plaza de toros está ubicada al noroeste del ex club y tiene un diámetro de 34,5 metros. Se la utiliza actualmente sólo en la fiesta patronal de San Martín de Porres, a fines de noviembre cuando se programan corridas.
LOCOMOTORA CON HISTORIA
El visitante también tiene la oportunidad de apreciar la locomotora que se encuentra sobre una huaca preinca, única de esa particularidad. Fue construida en 1902 por la empresa The Baldwin Locomotive Works en su sede central de Filadelfia (EE.UU). Esta misma empresa construyó más de 80 mil locomotoras de diversos tipos en sus 118 años de funcionamiento.
Esta locomotora llamada El Torito No. 5 fue restaurada el 2008 por encargo de la empresa Agraria Chiquitoy y estuvo a cargo de mecánicos de la localidad que pusieron todo de sí para que no perdiera su parecido inicial.
Se trata de una máquina de vapor que la manejaban dos personas: el maquinista responsable de controlar la locomotora y el tren en su conjunto; y el fogonero, a cargo del fuego, la presión y el agua. Tenía un ténder porque llevaba consigo el carbón y agua.
Se la empleaba para trechos pequeños y comenzó a funcionar cuando Chiquitoy era administrado por el arrendatario Víctor Larco Herrera. Fue usada exclusivamente en el transporte de caña, azúcar y personal. Su combustible predominante fue el carbón, aunque también se usó la madera y el bagazo de la azúcar de caña.

Nueva ruta, tras los pasos de Vallejo

Por: Guido Sánchez Santur

“Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita de junco y capulí; ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita la sangre, como flojo coñac, dentro de mí…”.
Este verso extraído del poema Idilio Muerto lo voy recitando mentalmente, mientras camino esas estrechas calles, con sus casas de elevado tejado y extensas habitaciones, como aquella que acogió a César Abraham Vallejo Mendoza, en sus años mozos.
Mis pulmones y mi pecho se hinchan al respirar ese aire, andino y puro, pero sobretodo al pisar el suelo de la Santiago de Chuco, por donde, en su niñez, corrió y jugó el más grande poeta peruano, reconocido recién después de su muerte, ocurrida un 15 de abril del año 1938.
Por una estrecha y empinada calle llego a la vieja casona donde creció el vate hasta los once años (1905), la misma que desde 1997 está bajo la administración de la municipalidad provincial de Santiago de Chuco que la convirtió en Casa Museo.
“Hermano Miguel, hoy estoy en el poyo de la casa, ¡donde nos haces una falta sin fondo!, me acuerdo que jugábamos esta hora, y que mamá nos ac
ariciaba: “pero, hijos…”.
Traspaso el umbral de la casona y me reciben muy atentos Jackeline Tapia Sandoval y Wilson Alayo Cueva, quienes a diario dan la bienvenida y guían a los visitantes que vienen desde muy lejos.
A la entrada está un pequeño jardín y al frente una estatua del poeta, que da paso a lo que fuera la sala de recepción de visitas, donde se exhiben parte de las pertenencias de la familia (una plancha de acero, sillas, una victrola, etc.), además de fotografías, dibujos y pinturas que muestran diversos momentos de la vida del poeta, al igual que algunas tallas.
Al fondo de la misma sala está una pequeña capilla dedicada a la oración cotidiana, pues la familia fue muy religiosa habida cuenta que los abuelos del poeta fueron sacerdotes. Ahí reposa una pequeña imagen de madera de San Isidro Labrador, el patrón de los agricultores. También destaca una pintura de estilo mestizo con la imagen de San José.
Luego pasamos a lo que en un primer momento fueron dormitorios y después, el comedor y que está dividido por la puerta que nos lleva al patio posterior. Ahí nos topamos con el poyo (estructura de adobe en la parte externa de los ambientes), donde el poeta descansaba con sus hermanos, según lo refiere nostálgicamente en su poema A mi hermano Miguel.
Según el escritor, Francisco Izquierdo Ríos, en una conversación que sostuvo con Jesús, la hermana mayor de César Vallejo (1946), ésta le comentó que uno de sus hermanos (Víctor) nació en el poyo.
Pero lo que más me sorprende es aquel capulí, aunque no es el original, que se yergue casi al centro del patio posterior, donde se cultiva otro jardín. Esta especie arbórea andina es el símbolo del poema Idilio Muerto, dedicado a su “dulce Rita”.
Al frente está lo que fue la puerta principal (hoy clausurada), y a un costado la oficina de su padre (un abogado sin título), quien ocupó varios cargos públicos (gobernador, recaudador, etc.) y que tuvo a César como su ayudante, desde muy pequeño. En este ambiente encontramos mucha información biográfica, poemas, fotografías, apuntes gráficos y más objetos de la familia.
En otro cuarto apreciamos una cómoda con el velero, y una alfombra tejida artesanalmente con lana de oveja, baúles, una sombrilla y parte de la cama, percheros cuadros, dibujos y caricaturas, entre las que destaca una copia de la que le hizo Pablo Picasso.
Después pasamos a la cocina, con modificaciones posteriores, cuando su hermano Víctor amplió la casa. Desde esa fecha se convirtió en un dormitorio. Hay también parte de los utensilios de la época, un horno de barro en el que cocían el pan, como lo había en la mayoría de casas del ande, y no podía falta el cuyero (guarida de los cuyes). Además de antiguos canalones que fueron parte del sistema de agua y desagüe de la vivienda, con su propio pozo de almacenamiento de agua revestido con piedras.
También se muestran tres nuevas cartas originales escritas con puño y letra del poeta y que fueron entregadas a la municipalidad santiaguina por la Universidad Nacional de Trujillo (UNT). Estas datan del año 1912, cuando Vallejo frisaba los veinte años de edad y fueron dirigidas a su hermano Víctor que en ese entonces se encontraba en Santiago de Chuco.
“Ya no tengamos pena. Vamos viendo los barcos ¡el mío es más bonito de todos! con los cuales jugamos todo el santo día, sin pelearnos, como debe de ser: han quedado en el pozo de agua, listos, fletados de dulces para mañana” (Trilce III).
Diciendo estos versos salgo de esta casa que ha de ser el templo de la poesía peruana, a donde debemos acudir contritos, los amantes de la creación vallejiana. Camino por esa calle empinada y me alejo observando la inmensidad de aquel azul y radiante cielo, el mismo que iluminó a César Vallejo Mendoza.

MÁS DATOS
César Vallejo nace el 16 de marzo de 1892. Hace sus primeros estudios en su tierra, en la Escuela Municipal y luego en el Centro Escolar No. 271, conocido como Centro Viejo de Trujillo. Entre 1905 y 1908 estudia secundaria en la ciudad de Huamachuco, en el colegio San Nicolás. En 1910 se matricula en la Universidad de Trujillo, pero abandona los estudios y vuelve a su tierra. Enferma en París y muere el 15 de abril, a las 9:30 de la mañana.
La Casa Museo César Vallejo está abierta al público desde el año 1999. El promedio de visitas diarias es de 30 personas. El costo de ingreso no supera los 2 soles adultos, un sol los niños. Se estima un promedio de 800 visitas mensuales, de las cuales alrededor de 80 son extranjeros.

Asimismo, está vigente un convenio interinstitucional suscrito entre la municipalidad provincial de Santiago de Chuco, la empresa minera Barrick, el Instituto Nacional de Trujillo (INC - La Libertad) y el arzobispado de Trujillo, cuyo objetivo es mejorar y poner en valor este inmueble histórico.

En el Nor Oriente peruano

San Ignacio, el otro paraíso escondido


Guido Sánchez Santur
sasagui35@gmail.com

Nací y crecí en medio de este verde y prodigioso paisaje, entre caudalosos y navegables ríos, frondosos bosques, extensas chacras de arroz, el aroma de su café, la espesura de ese chocolate extraido directamente del cacao sin los malignos preservantes, o ese abrasador calor; pero cada vez que regreso siempre me embargan nuevas emociones. Es que uno no acaba de descubrir la riqueza de los pueblos, cada viaje es distinto.
Así es San Ignacio, provincia de Cajamarca que casi nada tiene de sierra y que está desmembrada de la capital regional (su nexo directo es con Chiclayo, en Lambayeque), al igual que Jaén, cuyas características geográficas son propias de la selva alta, y como tal alberga caudalosos ríos, como el Chinchipe que nace en Ecuador y confluye con el Marañón y el Utcubamba, en el pongo de Rentema (límite con la región Amazonas), un impresionante accidente geográfico que se convierte en un espectáculo, al atravesar el ramal central de los Andes del norte.
Su historia se remonta a 6 mil años antes de Cristo, con la presencia de los grupos humanos recolectores y cazadores en cuenca del río Chinchipe. Esto quedó registrado en las pinturas rupestres de Faical, las más grandes de su tipo en Sudamérica.
Luego se pobló con las tribus Huaros (distrito de Huarango), Chiros, (frontera con Ecuador), Huambisas y Aguarunas (San José de Lourdes y Huarango) y los Pakamuros (a orillas del Chinchipe). Después hubo influencia de la cultura Mochica-Chimú, como lo testimonian los restos arqueológicos de Ihuamaca, San Martín, Faical, Huaquillas (San Ignacio), Perico, Chulucama, Chulalapa, la Palma, Lambayeque (distrito de Huarango); El Carmen, Cerro Campana, Radiopampa, Unión Las Minas (distrito de Tabaconas).
Luego los incas Túpac Yupanqui y Huayna Cápac intentaron someter a los Pâkamuros (indios pintados de rojo) sin éxito, perdiendo en el intento gran parte de su ejército en medio de la selva, ordenando la retirada de sus 10 mil hombres.
A partir de este fracaso militar se sucedieron las leyendas sobre la existencia de monstruos aterradores que impedían el ingreso a la selva. Además, de los jíbaros como reducidores de cabezas.
Tras la conquista española del Perú, en 1538 el capitán Pedro de Vergara intentó dominar a los Pakamuros. Un año después, el capitán Juan de Salinas Loyola, entró en Cumbinamá, capital del Imperio Pakamuro, época en que empieza su extermino.
En 1549, Diego Palomino funda Jaén de Bracamoros, luego San Ignacio por el por Salinas Loyola en el año de 1557. En 1646 llegan los misioneros Jesuitas; Gaspar Cujía y Lucas de la Cueva, y cambian el nombre de San Ignacio de Maynas por el de San Ignacio de Loyola
En su territorio alberga, desde 1988, al Santuario Nacional Tabaconas Namballe con 29 mil 500 hectáreas en los distritos de Tabaconas y Namballe. En el año 2003 se construyó el Puente Internacional de La Balsa que a Perú con Ecuador, especialmente entre las ciudades limítrofes San Ignacio (Perú) y Zumba (Ecuador), lo que facilita el intercambio comercial y turístico entre estos pueblos fronterizos.
San Ignacio es conocida por su producción de café, ganado vacuno y café que abastece los mercados de la costa peruana, incluido Lima. Las extensas chacras se convierten en sorprendentes atractivos que nos permiten conocer el proceso de productivo, desde la siembra hasta la cosecha de estos productos. La misma compra y venta de la reses en los grandes corralones y su traslado, cruzando los ríos, se convierten en un espectáculo extraordinario.
En el centro poblado puerto Ciurelo, el más importante de esta provincia, y se ubica en el trayecto a Jaén, asentado a orillas del río Chinchipe, que se cruza con en balsas y botes, cuyos conductores nos ofrecen adrenalínicos paseos cuesta arriba. A ello se suma, una hermosa playa formada, donde la gente aprovecha para nadar y tomar sol.
Así es esta tierra, calurosa y generosa que nos abre sus puerta de par en par para conocer otro trozo de este maravilloso país que se llama Perú, con una enorme variedad cultura y natural.