Talara y sus lobos enamoradizos

Por: Guido Sánchez Santur

Cuando bajamos del bus nos abriga el calor de su clima tropical y nos acoge la calidez de su gente norteña, salerosa, dicharachera y querendona. Así es Talara, una provincia que pertenece a la región Piura, al norte del Perú, y cuya población todavía no puede apartarse de su su fantasía: su pasado esplendoroso, aquellos años “cuando los “gringos” administraban las empresas de extracción y refinería de petróleo. Se trabajaba fuerte, pagaban bien y había de todo”. Esta frase melancólica la escuchamos en cada esquina.
Salgo de mi hospedaje y en una mototaxi me dirijo al puerto en busca de una lancha para hacerme a la mar en pos de los lobos marinos que tanta fama les han hecho los mismos talareños. Ellos se sienten orgullosos porque consideran tener un pedacito de Paracas, la más grande reserva que protege a esta especie marina, al sur del país.
Estoy parado frente al muelle y el panorama es sorprendente. Más de 200 lanchas grandes y pequeñas acoderadas en esta pequeña bahía. No es para menos, es feriado y los pescadores han parado las máquinas para festejar.
Mientras algunos pescadores apuran el traslado de la pescada extraída en la madrugada, otros se aprestan a sacar los motores fuera de borda para ponerlos a buen recaudo. En la orilla filetean el pescado y lo ofrecen a precios ganga o preparan su ceviche al paso. En medio de este barullo nos abrimos paso entre el griterío en busca de nuestro bote que nos adentrará en el mar. Un viejo pescador que parcha su red, con una amplia sonrisa, nos recibe un gusto accede a llevarnos. Avanzamos despacio, entre las aves marinas que revoletean. Desde que partimos nos encontramos con lobos solitarios que se aproximan a los botes en busca de alimento. Avanzamos, y en una enorme boya avistamos que descansa y toma sol un viejo lobo. Su soledad y quietud me recuerda que estos animales están camino a la extinción debido a que el ser humano los cazaba para obtener carne y aceite, pero la principal razón era la piel de las crías recién nacidas, llamadas "popos" usada en peletería (trajes confeccionados con cuero). Los pescadores hacen lo suyo, ellos los asesinan porque se comen los peces o quedan atrapados en sus redes y las destrozan.
Seguimos el trayecto y en la orilla, junto a un acantilado convertido en mirador, desde el litoral, apreciamos una manada de lobos descansando entre las rocas, entrando y saliendo del mar, disputándose las hembras o simplemente jugando entre sí.
Otros se aproximan a nuestro bote y hacen piruetas como si quisieran ofrecernos un espectáculo, demostrando sus habilidades. Más allá un macho y una hembra se persiguen, se encuentran y salen a la superficie con la trompa en alto muy juntitos. No sabía que estas especies son tan querendonas, expresivas y exhibicionistas.
Realmente es una escena espectacular. Regresamos y en otra boya encontramos una loba descansando y que se asusta con el sonido del motor. En esos momentos aparece su pareja que desde el agua merodea y observa si ella sigue allí, logrando que se lance al agua.
El guía nos dice que nos debemos temer, pues estos animales son pacíficos y que inclusive uno se puede bañar junto a ellos; aunque al verlos bostezar, su apariencia con sus filudos colmillos, nos inspiran respeto.
Existen dos tipos de lobos: chusco, sudamericano, de un pelo, león marino del sur o león marino sudamericano (otaria flavescens) y tienen hasta 300 kilos de peso (los machos adultos, el doble que las hembras), prefieren las playas arenosas para congregarse; y los finos (arctocephalus australis), de cuerpo más esbelto, que se reúnen en las roquerías y salientes inaccesibles del litoral. Ambas especies se reproducen entre noviembre y marzo, meses ideales para su observación.
Desde el mar apreciamos la chimenea en la que los trabajadores de Petroperú queman los gases excedentes de la refinería; una pequeña playa blanquecina, donde las familias acuden a broncearse y esa flota de naves pegadas a la orilla, entre las que también están los barcos que cargan el petróleo o que son utilizadas para trasladar las estructuras de las estaciones petrolíferas que están en alta mar.
Al salir a tierra firme, ingresamos al mercado que está frente al mar, donde el principal producto de comercialización es el pescado y maricos. Ahí una veintena de jóvenes, expertos con el cuchillo afilado, filetean los pescados más pequeños a fin de ofrecerlos a las “chicherías” donde los preparan como ceviche o en chicharrón. Una delicia.
Con esta imagen impregnada en mi memoria regreso, con el firme propósito de regresar a caminar los senderos a la Punta Balcones, la playa Las Capullanas (la más enigmática de Talara) y su exquisita comida, en base a pescados, por su puesto.
HISTORIA LIGADA AL PETRÓLEO
Talara está ubicada al norte de Piura, entre los cerros de Amotape y el mar. Fue creada el 16 de marzo de 1956. Se precia de poseer las playas más hermosas de la
la costa norteña como Máncora, El Ñuro, Los Organos y Cabo Blanco.
La ciudad capital es un puerto que llegó a producir más del 90 por ciento del petróleo peruano. Aquí se encuentra la refinería y las plantas de almacenamiento de crudo más importante de la costa norte, además de una numerosa flota pesquera. En la cercana localidad de Negritos se explotan varios yacimientos bajo la modalidad de contratos a terceros.
El sabio Antonio Raimondi escribió que en Amotape existe asfalto que mezclado con arena arcillosa se presenta en masas de color próximo al chocolate, con ligero bituminoso; y que al fuego se inflama y quema con llama fuliginosa.
En 1849 llegaron los primeros buscadores de petróleo que escondía la superficie árida y desértica. Así nace Talara como un campamento hasta transformarse en una gran ciudad.
A Talara se llega partiendo de Piura en ómnibus en un recorrido de 120 kilómetros. Todos sus distritos están conectados con la capital a través del servicio de combis o buses; mientras que por vía aérea, se puede llegar al aeropuerto FAP. Capitán Montes.
La provincia de Talara, cuenta varios recursos turísticos: Balneario de Máncora, Playa Cabo Blanco, Punta Balcones, Bosque Pariñas, Cerros de Amotape, Yacimiento de Fósil de Ballenas, Plataforma del Zócalo Continental, Refinería de Talara y el Centro Cívico de Talara.

1 comentarios:

Harold Carrasco dijo...

Talara es una hermosa ciudad, llena de sol, alegría en su gente y excelente gastronomía.Lamentablemente el decaimiento de su actividad prinicpal que es la extracción y procesamiento de petróleo aunado a haber sopotado embates naturales como las lluvias x El Niño, ha traído a menos a esta ciudad. Sin embargo se sabe que Petroperu realizará dentro de poco la modernización de la Planta Talara. Ojalá sea así y pronto, para que nuevamente sea la ciudad próspera y de oportunidades para sus lugareños.