Puerto Morín, un paraíso para el kiteboarding

La apasionante experiencia de lidiar con viento

Guido Sánchez Santur
sasagui35@gmail.com

“Si ves que la arena se mueve, coge tu kite y corre”, dice muy emocionado, Luis Manasés Saldaña, al bajar del auto y observar la extensa playa en puerto Morín (Virú, La Libertad). Él se quedó extasiado al comprobar la fuerza del viento que golpeaba con características propicias para practicar su deporte favorito: el surfing o kite surf, llamado también kiteboarding o flysurfing.
Su expresión de satisfacción era comprensible porque hace meses estaba buscando escenarios como éste, en el norte del Perú hasta Ecuador. En la playa de Huanchaco pasó días enteros esperando que corra viento para elevar su kite, pero nunca llegó.
Por eso, cuando le hablé de Puerto Morín, a 45 minutos de Trujillo, no dudó y enrumbamos hasta ahí para comprobar la intensidad del viento, puesto que el kitesurfing es un deporte de deslizamiento que consiste en el uso de un cometa de tracción (kite) que estira al deportista (kiter), a través de cuatro o más cuerdas, dos están fijas a la barra y las otras pasan por el centro de la barra y se sujetan al cuerpo mediante un arnés, permitiendo deslizarse sobre el agua con una tabla ó un esquí del tipo wakeboard.
Rápidamente, se puso su traje y armó el kite. Empezamos a las 10 de la mañana y el viento agitaba más a medida que avanzaba la hora. Eso hacía más interesante la experiencia.
Entonces empezó a fluir la adrenalina, mientras Manasés, sostenido por Willam Dávila, luchaba por dominar el kite impulsado por el viento. Así trajinó casi dos horas, pero no pudo ingresar al mar porque la fuerza del viento es mayor a la esperada y el equipo era demasiado grande, lo cual ponía en peligro la integridad física del deportista.
Al término de esta faena quedó convencido que puerto Morín es un paraíso para los amantes del kiteboarding, por eso no se extrañó cuando los lugareños relataron que regularmente llegan “unos gringos” a practicar este deporte, y se quedan varios días.
Manasés Saldaña destacó la importancia de puerto Morín para desarrollar esta actividad porque tiene acceso fácil, cómodo y seguro, con un impresionante panorama del desierto, calmo y soleado, que se complementa con la extensa sábana verde en que se ha convertido el desierto de Virú, gracias al proyecto Chavimochic que impulsó esa creciente agroindustria.
Asegura que Puerto Morín es una bahía de privilegiada geografía, protegida por una punta que forma el Cerro Negro y que sirve de rompeolas natural. Esto le dota al balneario de un mar calmo, ya que corta los vientos del sur de una manera especial, de tal manera que los convierte en constantes con una velocidad de entre 9 y 20 nudos.
“Estas condiciones, sumadas a un mar de exquisito color azul verdoso contrastan con las arenas rubias y finas de la playa, convirtiéndola en un paraíso como destino abierto a la libertad”, comenta. Añade que Puerto Morín tiene muchas ventajas, en comparación con Lobitos (Talara), ya que el primero no tiene olas, lo cual favorece el desarrollo de todas las fases del entrenamiento del kite y el wind surf, que pueden ser practicados por los mayores de 12 años.
“Los vientos suaves empiezan a soplar desde muy temprano e incrementan su fuerza cerca del mediodía. Y en horas de la tarde marca una gran diferencia a favor de puerto Morín, al igual que su gente amable y que ofrece una gastronomía tradicional de muy buena calidad. Es un apacible lugar digno de comparar y capaz de competir con otros destinos nacionales e internacionales”, enfatizó.
No podemos partir sin antes degustar la sazón de este puerto. La dueña del rancho nos sirve una contundente fuente de ceviche de mero y otra de chicharrón de pescado, que nos reponen las energías después de varias horas de intenso trajín. El sabor tiene su estilo propio, muy agradable y barato, por cierto.
MUCHO ENTRENAMIENTO
Luis Manasés Saldaña advierte que para iniciarse en el kiteboarding es necesario llevar un curso con un instructor calificado, con incidencia especial en las reglas de seguridad en todos los niveles técnicos.
Los primeros ingresos al agua se hacen sin tabla hasta que el principiante domine el kite, especialmente los procedimientos de autorescate y los comandos para subirlo y bajarlo, luego de comprender la fuerza impulsora del equipo. Y unas vez que aprenda a controlarlo, ya es hora de comenzar con la tabla.
El kiteboarding es un deporte que presenta riesgos altísimos para quienes no siguen las normas de seguridad. Las causas de accidentes surgen cuando las personas intentan aprender solas o con ayuda de algún inexperto. Eso más bien, podría retrasar el aprendizaje de un mes a varios. Los requisitos para iniciarse en esta práctica son: saber nadar bien y disfrutar del agua, no es necesario ser fuerte, aunque sí tener un buen estado físico; los vientos ideales para aprender oscilan entre 8 y 18 nudos. Aprovechando la velocidad del viento se puede alcanzar un promedio de 50 a 80 kilómetros por hora, al momento que se corre con la tabla.
El kite se remonta a las antiguas poblaciones chinas e indonesias que utilizaron cometas como tracción para movilizar sus embarcaciones de pesca, hasta que en 1977, Gijsbertus Adrianus Panhuise patenta un sistema de navegación con una tabla y una especie de paracaídas. Posteriormente en los años 90 se desarrolló el primer kite, muy similar a los actuales. En ese país, este deporte es un arte y una industria, una de las mayores del mundo, que forma parte de su cultura
Este deporte está muy difundido en el mundo, pero su acceso es limitado por los costosos equipos y las características geográficas de los países; aunque el kiteboarding también es practicado en lagos, nieve y en arena con un buggy.

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