Guido Sánchez Santur
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Los peregrinos y devotos llegan a visitarla en multitud desde cuatro días antes, con el corazón contrito y rebosante de fe. Este año al menos 20 mil caminaron 72 kilómetros, desde Trujillo a Otuzco con el afán de elevarle sus plegarias, en cumplimiento de sus promesas o invocarle algún portentoso milagro. No puede ser de otra manera, ella, la Virgen de la Puerta, ‘La mamita’, la Patrona del Perú y Reina de la Paz Universal, como también se le conoce, está de fiesta y muchos quieren estar a su lado en esta oportunidad.
Esta avalancha humana que va y viene por el trayecto a Otuzco llega a su máxima expresión de plenitud de fe el día central de la celebración, el 15 de diciembre, cuando la Virgen sale en procesión por las estrechas calles circundantes a la Plaza de Armas de esta andina ciudad.
Y como de fiesta se trata, la Virgen se presenta ante sus devotos con el mayor esplendor posible, vistiendo sus mejores galas. Este 15 de diciembre, durante la procesión, lució un manto color fucsia, con una paloma mensajera de la paz bordada con hilos bañados en oro; su ostentosa corona de oro de 18 kilates y otras joyas suyas.
Este manto esperaba ser usado desde hace cuatro años cuando fue donado por la devota Carmen Gladys Varón Chicano.
Teresa Meregildo Peláez, miembro de la Hermandad Virgen de la Puerta, sostiene que para la época de la festividad se escoge los mejores trajes, especialmente los más coloridos (fucsias, naranjas, amarillos) que destaquen su imponente figura.
Este lujo se da la imagen porque tiene mantos regalados para usarlos hasta el año 2023; es decir, que si alguien está interesado en entregarle una de estas prendas es seguro que recién la lucirá dentro de 13 años. El costo aproximado de cada uno oscila entre los 2000 y 3000 soles, dependiendo de la calidad del bordado.
Entre los donantes hay dos ex presidentes de la República: el coronel José Balta y Montero, y Alejandro Toledo Manrique. El primero lo hizo en retribución porque ella lo ‘ayudó’ a vencer en la revolución de 1868, por lo que le mandó a confeccionar en París un manto de tisú color perla, bordado con hilos de oro y piedras preciosas. Este fue entregado en setiembre de 1870.
Mientras que Toledo Manrique, personalmente le llevó un manto blanco en 2001, tras ganar las elecciones generales que lo llevaron a gobernar el país hasta el 2006. También le prometió a la Virgen la construcción de la carretera Shirán-Otuzco, obra que hizo realidad, en una expresión de inmensa fe; por ello, se esperaba que este año llegase a Otuzco, a puertas de iniciar una nueva campaña electoral en busca de llegar al poder nuevamente.
Pero antes, en octubre de 1943, el Papa Pío XII, a través del monseñor Fernando Cento, le remitió un manto, a propósito de la consagración de la virgen.
“Siento que la Virgen me bendijo porque ya llevo dos periodos en la directiva de la hermandad, lo cual me permite cambiarle su vestimenta continuamente. Permanecer junto a ella en esos instantes es una emoción tremenda”, advierte Meregildo Peláez.
La dirigente señala que en épocas normales se le cambia el manto dos veces al mes (los días y 1º y 15); en temporada de fiesta (del 12 al 16 de diciembre) este ritual se cumple todos los días. Este año durante la bajada vistió un manto de color guinda de su santuario.
• EL CIRIO MÁS GRANDE
Este año también se confeccionó el cirio ferial más grande, con una altura de 2.50 metros y seis pulgadas de espesor, una obra diligente de los artesanos de Otuzco que fue encendido el 4 de diciembre (al inicio de la novena) y permaneció encendido hasta el término de la fiesta.
El presidente de la Hermandad de la Virgen de la Puerta, Sigifredo Robinson Benites, precisó que este cirio tiene un peso de 6 arrobas y cinco kilogramos.
“Este cirio lo mandamos a hacer como símbolo de la devoción de los peregrinos que ingresan a la iglesia a encender sus velas de diferentes tamaños, las que compran en los exteriores. Estamos seguros que en esta fiesta se vende la mayor cantidad de velas respecto de otras celebraciones patronales del país”, aseveró.
Asimismo, la intensa fe de los devotos y peregrinos se evidencia en su enorme esfuerzo al caminar una larga travesía, sorteando laderas, abismos, soportando la sed, los rayos solares en el día y el gélido frío en las noches.
Algunos inclusive, al ingresar a la ciudad, a la altura del grifo San Carlos, doblan sus rodillas, en cumplimiento de su promesa a la virgen, avanzan hasta llegar a la puerta del templo. Un verdadero sacrificio de fe.