Misticismo en El Brujo


• Una ‘limpia’ o florecimiento en la plaza ceremonial.

  Guido Sánchez Santur

El sol despliega sus candentes rayos solares, mientras nos aproximamos a la plaza ceremonial, situada en un promontorio. Cuando llegamos a la parte más alta nos sorprende un sonido que al principio no sabemos de dónde sale, aparentan pututos soplados levemente. De pronto nos sobrecoge un ligero temor. “Son las botellas vacías y los carrizos que suenan con la corriente de aire”, nos tranquiliza Régulo Franco Jordán, director del Complejo Arqueológico El Brujo, quien hace las veces de nuestro guía.
Ya en la cima avistamos, casi al mismo nivel, la Huaca Cao Viejo y un poco hacia abajo al Museo de Sitio. Volteamos la mirada al centro de la plaza ceremonial, y ahí está el curandero con su indumentaria colorida, propia de los sacerdotes moches, con los brazos levantados y la mirada orientada al firmamento.
Al centro, un tronco tallado con representaciones de una serpiente, un puma, un lobo marino y un águila pescadora. Estos son los elementos mágicos con los que trabajan los curanderos contemporáneos.
El shaman inicia el ritual tocando el pututo, agitando sus manos y una calabaza,  a la vez que rodea la mesa en la que están sus instrumentos rituales y pronuncia invocaciones en idioma muchik.
Terminada esta ceremonia iniciamos la caminata hacia el pozo ceremonial (con una profundidad de 12 metros) para la ‘limpieza de purificación y florecimiento’ a cargo del mismo maestro curandero, quien nos ayuda a eliminar las cargas negativas de energía, dando lugar a la curación de dolencias físicas.
En esta fuente cristalina experimentamos una armonización y limpieza espiritual, al ingresar al agua natural que brota de la napa freática, y que contiene elementos especiales (sulfuros).
Para este ritual se encienden tres velas de colores distintos (verde, amarillo y rojo), las mismas que aluden a la salud, el amor y la esperanza. Estas se colocan en una pequeña hornacina situada a un costado del pozo. Enseguida prosigue el florecimiento con esencias fraganciosas (agua florida, claveles y jazmines), palo santo y salvia grande con las que se limpia el espacio. Estos aromatizantes se esparcen antes del baño. También se usan cristales y tabaco, luego se escucha los relatos de los pacientes, a partir de lo cual se los orienta.
• ITINERARIO HISTÓRICO
Estos rituales son la parte final del circuito turístico en el Complejo Arqueológico El Brujo, el mismo que se inicia en el Museo de Sitio, que alberga a la Dama de Cao, un personaje descubierto el 2005, por un equipo de arqueólogos dirigidos por Régulo Franco Jordán, director de este proyecto.
Este hallazgo excavado en la pirámide Cao Viejo cambió la historia de las culturas prehispánicas en el Perú. Estaba oculto bajo tres metros de tierra y data de 1.800 años de antigüedad, donde se encontró los restos momificados de una mujer que al momento de su muerte tenía entre 25 y 30 años.
Franco Jordán advierte que por las características del entierro (ajuar funerario y acompañantes) este descubrimiento fue uno de los más importantes de la arqueología contemporánea, pues se trata del primer gobernante mochica de sexo femenino.
Luego, un equipo multidisciplinario trabajó durante un año en el desenfardelamiento de la momia de la Señora de Cao que conservaba aún sus órganos blandos y mostraba tatuajes en la piel.
Los estudiosos determinaron que la momificación natural fue posible gracias a la ubicación del fardo que lo mantuvo lejos de la humedad  del suelo y de la superficie, así como el redescubrimiento de su cuerpo con cinabrio, una sustancia que impidió su descomposición. El resultado fue una momia en perfecto estado de conservación, junto a la cual se recuperaron intactos dos vestidos. Uno bordado y otro pintado, los textiles mochicas mejor conservados en la actualidad; además, una serie de ofrendas que componían su ajuar, entre las que destacan piezas cerámicas y objetos de metal, como narigueras, collares, diademas, coronas, estólicas y porras.
Todos estos objetos de la dama, incluidos los que se encontraron en el complejo arqueológico a lo largo de los 20 años de excavaciones, se exhiben en el Museo de Sitio El Brujo o Museo de Cao, que abrió sus puertas al público en abril del 2009.
  
MAS INFO
El costo de un florecimiento es de 27 dólares por persona en calidad de donación para el proyecto arqueológico. Mientras que la demostración del ritual en la plataforma ceremonial cuesta 10 soles. Próximamente se ha previsto la realización de rituales shamánicos con san pedro y un maestro especializado. 

Veinte años de investigaciones  
Las investigaciones se iniciaron hace 20 años con apoyo de la Fundación Wiese. El complejo arqueológico se encuentra ubicado a 60 kilómetros al noroeste de Trujillo. En la ruta de la Panamericana Norte, camino a Chiclayo, hay un desvío  a  la altura de Chocope, que conduce al pueblo histórico de Magdalena de Cao. El sitio se encuentra a 4 kilómetros de distancia con dirección al mar.
Régulo Franco recuerda que en las fiestas de julio 1990 fue invitado por Guillermo Wiese de Osma, entonces presidente del Banco Wiese, para acompañarlo en la visita a los principales monumentos prehispánicos de la región de La Libertad, tras lo cual se decidió apoyar las excavaciones.
La construcción de la Huaca Cao Viejo empezó el segundo siglo de nuestra era. Este templo tiene siete etapas constructivas, superpuestas una sobre otra. El diseño arquitectónico se respetó hasta el final de su ocupación.
La forma de la construcción se entiende como una pirámide trunca de lados escalonados con el frontis principal decorado y orientado hacia el noreste, con accesos en forma de rampas laterales que conducían a la parte superior.
La orientación de este templo, al igual que otros sitios, ha sido premeditada, quizás dirigida a la posición de algún astro o pléyade, siguiendo el concepto de los viejos templos costeros de tradición milenaria.
En su construcción se utilizaron miles de adobes de forma cuadrangular, con los que se formaron bloques de adobe tramado y celdas rellenadas con tierra y adobes.
El templo, antes de su abandono, tuvo las dimensiones de 140 metros de longitud por 100 de ancho con una altura promedio de 35 metros. En la parte delantera hay una plaza ceremonial con muros decorados que miden 140 metros de longitud por 75 metros de ancho. Había recintos ceremoniales pintados hacia os lados este y oeste de la plaza.

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