Guido Sánchez Santur
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Una frondosa alameda de viejos ficus, de unos 1,8 kilómetros a manera de una portada verde y fresca, nos lleva desde el desvío de la carretera Panamericana hasta lo que fue esa imponente ciudad Moche, construida a la sombra de un cerro, idéntica a las Huacas del Sol y La Luna.
Estamos en el impresionante complejo arqueológico Mocollope, situado en el distrito Chocope, en la provincia de Ascope, a menos de 45 minutos de Trujillo, y al que se llega a través del que fue el antiguo camino a la hacienda casa Grande.
Tan luego pisamos esa explanada que antecede a las estructuras de adobe un halo de energía nos invade, como si viniera de aquella montaña sagrada en la que se habrían desarrollado rituales en honor a sus dioses.
Ascendimos a una de las murallas que bordea los 10 metros de alto y que se mantiene en pie, a pesar del tiempo, la inclemente naturaleza y la acción depredadora de los huaqueros. Desde la cima avistamos la extensión territorial que ocupó esta antigua ciudad, con pasadizos, tumbas, plazas ceremoniales, talleres, adoratorios, etc.
Esa grandeza se desluce ante nuestros ojos y nos invade una confusión de sentimientos (nostalgia, cólera, indignación) e impotencia al constatar que esa obra de arte, esa grandeza histórica ha sido convertida en un “suelo lunar” por los saqueadores de piezas arqueológicas.
“Está salvajemente huaqueado. Se han llevado momias, piezas de oro y ceramios”, expresa el arqueólogo, Régulo Franco Jordán, director del complejo arqueológico El Brujo, quien está empeñado en movilizar a las autoridades para rescatar del olvido este monumento histórico e incorporarlo a la Ruta Moche.
Guiados por Franco Jordán iniciamos el recorrido, mientras nos explica que en este territorio transcurrieron varias fases históricas, con la presencia de las culturas Cupisnique, Gallinazo, Mochica, Lambayeque, Chimú y Chimú-Inca, a 3.5 kilómetros al noreste de la ciudad de Chocope.
En la ladera Este del cerro Mocollope advertimos la presencia de arquitectura monumental Gallinazo y Mochica (siglos 0 – VIII después de Cristo) contemporánea con la Huaca Cao Viejo (complejo El Brujo). Destacan las evidencias de decoración mural policroma y recintos intercomunicados de gran valor ceremonial, un indicador que se trató de un lugar muy importante.
El edificio Este lo conforma una construcción de piedra revestida con barro asociado a un conjunto de terrazas superpuestas. Asimismo, se ubica una plaza ceremonial central con dos grandes terrazas escalonadas laterales, orientadas de Este a Oeste, de estilo Mochica, el mismo que contiene restos funerarios.
De la misma manera se avistan construcciones en forma de andenes en la pendiente del cerro y una plaza ceremonial en la parte alta.
Franco Jordán pone especial énfasis en advertir que éste es un sitio con las mismas características de la Huaca de la Luna, es decir que se asienta al pie de un cerro tutelar, lo cual evidencia la presencia de espacios dedicados a los sacrificios humanos como ofrendas a los dioses.
Asimismo, una pirámide de piedra y una escalinata del mismo material, a través de la cual se asciende al cerro. El mismo que podría convertirse en un mirador natural cuando sea puesto en valor.
Por su importancia histórica fue reconocido como sitio integrante del Patrimonio Cultural de la Nación Mediante Resolución Directoral N° 117, en diciembre de 1994 por lo que fue el Instituto Nacional de Cultura (INC) de La Libertad.
Después de recorrer estas construcciones de barro nos dirigimos al pueblo de Mocollope, cuyas 100 familias aproximadamente proceden de Piura y conservan sus costumbres, como la preparación de la chicha de jora blanca, como en Catacaos, la que se bebe para acompañar el cebiche de caballa o el pescado pasado por agua caliente.
Y si preferimos, sólo nos refrescamos con una bebida gaseosa bien helada, tras lo cual emprendemos el retorno siguiendo la alameda de ficus, con el sentimiento y la identidad fortalecidos al haber conocido otra reliquia histórica que engrandece nuestra multiculturalidad.
Investigación y habilitación turística
La recuperación de este sitio se hará realidad en mérito al convenio suscrito entre los representantes de la Fundación Wiese, Minka, la Municipalidad Distrital de Chocope y el Ministerio de Cultura, con la finalidad de poner en valor del Complejo Arqueológico Mocollope.
La propuesta consiste en construir un parador turístico: ambientes para boletería, vigilancia y centro de interpretación; investigación y conservación; implementación de mecanismos de protección, señalización y rótulos de información; habilitación de circuitos de visita y un mirador; programas de sensibilización, capacitación y motivación a los pobladores para el cuidado, identificación y valoración del sitio patrimonial intangible.
Esta iniciativa demandaría una inversión estimada de un millón de soles con una proyección de tres años, que serían gestionados ante el Plan Copesco y la cooperación técnica internacional. Ello permitirá la conservación de la arquitectura y las pinturas murales decoradas y el edificio de piedra, ubicado al pie del cerro Mocollope.
Asimismo, la reparación de la carretera de acceso al Complejo Arqueológico de Mocollope, en un tramo de un kilómetro, con un afirmado consolidado y la consolidación de la alameda de ficus.
De esta manera se espera el incremento sostenido de visitantes articulando el cerro Mocollope con El Brujo, y por extensión a la Ruta Moche que comprende a La Libertad y Lambayeque.
Lo importante es que existe una voluntad política expresa de parte de la nueva gestión municipal del distrito de Chocope, que encabeza el alcalde Carlos Alfredo Alza Moncada, quien con los miembros del concejo en pleno visitó el sitio Mocollope, tras lo cual reafirmaron su compromiso de impulsar el turismo.
Alza Moncada detalló que con este propósito gestionará recursos para dotar de los servicios de agua potable y alcantarillado a los moradores del centro poblado Mocollope, en tanto que ellos serán los principales beneficiados de la actividad turística que se genere. Ahora sólo reciben una hora de agua, cada dos días, de un pozo no potabilizado.
Franco Jordán advierte que el proyecto comprende el establecimiento de redes artesanales, redes de producción e impulsar la gastronomía local. “Es muy importante que el municipio dirija el ordenamiento territorial para evitar que hayan construcciones desproporcionadas que alteren el contexto paisajístico e histórico”, puntualizó.