La Ruta del Huayanay

Bordean las 5 de la mañana y el bus se detiene en la Plaza de Armas, después de 8 horas de viaje. Descendemos y el frío serrano nos abraza. Una mototaxi nos lleva hasta nuestra posada, una amplia casona, como muchas de las que existen en San Marcos (Cajamarca) que, por su elevada producción de variados cereales, se ha ganado el calificativo del Granero del Norte.

Dos horas después, Amparo Castañeda Abanto, nos sirve, en una extensa mesa, un desayuno típico de la sierra cajamarquina: caldo verde, paltas, torta de manteca con queso, mashca (harina de trigo, linaza y cebada tostados), pajuros sancochados (frejoles que miden hasta cinco centímetros, cada grano es diez veces más grande que un frejol común). Y para asentar un café, chocolate o filtrante, al gusto de los comensales.
Tras repetir un segundo caldo verde (o El Verde), Amparo me explica que se trata de un potaje antiquísimo y que los cajamarquinos residentes en otras ciudades del país o el extranjero, como un ritual, se reúnen periódicamente sólo para comer este potaje, circunstancia en la que se enteraran de todo lo que pasa en su tierra natal, de la cual siempre están pendientes.
Pero, ¿En qué consiste?
Para prepararlo se requiere paico, comino entero y ajo que, después de molerlo en un batán, se echa a la olla en la que se ha hervido la papa en trozos; también se le agrega algunos huevos.
Con este contundente y nutritivo desayuno, estamos listos para recorrer el Circuito Agroecoturístico Huayanay, que comprende 40 kilómetros, y se asciende desde los 2250 msnm (San Marcos) y hasta los 2650 msnm (Huamaní).
 En este trayecto compartimos las costumbres que albergan los caseríos Huayanay, Huamaní y el centro poblado Juquit. En cada lugar una familia de agricultores ecológicos se convierte en anfitriona y en guía de nosotros, y nos ofrece la comida que ellos preparan: sana, ecológica y fresca con productos que ellos mismo cultivan en sus parcelas, utilizando técnicas sostenibles.
Celestino Salirrosas Machuca explica que aprendió a preparar compost con el cual abona el suelo para obtener abundante cosecha de repollo, betarraga, cebolla, zanahoria, zapallo, papa, arracacha, caigua, choclo; así como ajo, pepino, rocoto, lechuga, culantro, manzanilla, hierba buena, toronjil, perejil, anís, entre otros que cultiva en su chacra y utiliza en su alimentación diaria.
LEYENDA Y TRADICIÓN
En Huayanay, a 8 kilómetros de San Marcos, nos recibe un grupo de devotas de la Virgen de la Natividad cuya fiesta se celebra el 7 y 8 de setiembre. En estas fechas retornan los huayanainos que viven en otras partes del país porque los festejos son literalmente “hasta morir”. Dicen que bebe mucho licor y se queman tantos castillos que en varias oportunidades se incendiaron viviendas con las chispas que cayeron, inclusive cierta vez hasta murió una persona intentando sofocar el fuego.
Es que hay razones para celebrar a lo grande: la Virgen es muy milagrosa y está impregnada de leyenda y tradición. Nadie recuerda cuando empezó esta devoción, pero todos saben que fue encontrada en la catarata de Huayanay, una hermosa caída de agua que se ha convertido en uno de los importantes atractivos de este circuito turístico.
Amparo Castañeda nos narra que “hace varios años en Huayanay vivía don Natividad, cuyas chacras estaban en la parte baja, y en el trayecto todas las mañanas encontraba a dos hermosas niñas que jugaban en una acequia, pero no eran de este lugar; entonces en una ocasión se acercó a preguntarles el nombre de su padre y donde vivía. Ellas solamente lo miraron y empezaron a caminar por el agua y se deslizaron por la catarata o pacchaj (lugar con una energía muy fuerte a donde era difícil ingresar, y los niños ni lo intentaban porque se asustaban y tenían que ser limpiados por el curandero, igual que los adultos de espíritu débil).
“Eso le preocupó  a don Natividad porque no podía bajar, y fue en busca de otros vecinos para rescatarlas en la parte baja de la cascada. Al llegar, no estaban, pero al mirar hacia arriba las vieron sentadas en unas piedras que sobresalen en la mitad de esa caída (ahora se les conoce como sillas de la virgen). “Como era necesario bajarlas, llamaron más gente y en esos momentos, las niñas se convirtieron en Vírgenes, luego las llevaron al pueblo”.
“Entre la algarabía, a las dos las denominaron Vírgenes de la Natividad, en honor a quien las encontró, y una quedó en Huayanay y la otra la trasladaron al distrito Chancay. A la primera le construyeron una capilla a 200 metros de la catarata, y lo curioso fue que todas las noches se regresaba, hasta que en un sueño le reveló a don Natividad que le haga su templo cerca al pacchaj y de ahí ya no se movió. Desde entonces le celebran su fiesta el 8 de setiembre”.
“Mientras que a la hermana, que está en Chancay, la festejan el 25 de diciembre. En esos años, durante sus festividades, los campesinos las encontraban por los caminos, convertidas en niña; es decir que se visitaban mutuamente para estar presente en sus celebraciones”.
Esta es una de las tantas leyendas que nos cuentan los campesinos mientras nos dirigimos a la catarata, siguiendo el empedrado y empinado camino que ellos mismos habilitaron para hacer más fácil el acceso a los visitantes. La satisfacción se completa con un baño en ese torrente, mientras en lo alto revoletean un sinnúmero de aves que anidan en este hábitat.

 
PROYECTO ECOTURÍSTICO

El Centro de Investigación, Documentación, Educación, Asesoramiento y Servicios (Ideas) tiene en marcha proyectos de agroecología, manejo de suelos, rescate y uso de la biodiversidad cultivada y silvestre, así como la recuperación de saberes tradicionales relacionados con la agricultura. Mientras que la Asociación ETC Andes, que integra el Programa BioAndes, financiado por la cooperación suiza, aborda temas de biodiversidad y culturas vivas.
Ambas organizaciones suscribieron un convenio para ejecutar el proyecto turístico en Shitamalca, como una forma de incentivar a los agricultores a que continúen con sus prácticas ecológicas y la conservación de biodiversidad, usando saberes tradicionales.
Esta iniciativa pretende implementar un Comité de Desarrollo Turístico de la Microcuenca Shitamalca, mejorar la gestión del turismo en el municipio de San Marcos, crear una guardia de vigilancia de los matorrales nativos, fortalecer el Comité de Administración del pacchaj Huayanay.
Asimismo, concretar un programa de capacitación para mejorar la calidad de los servicios turísticos rurales y de la ciudad de San Marcos, y la inserción de temas turísticos en el currículo escolar.
De la misma manera, habilitar un local para venta de artesanía y productos ecológicos, construcción de centros de recreación en los circuitos de esa microcuenca; así como las carreteras Patiñico-Trascorral y Patiñico-San Isidro. Además, acondicionar casas de hospedaje rural. Ello se complementa con actividades de promoción y la puesta en valor de los atractivos que abarcan los diversos circuitos.
Al respecto, Wilmer Castañeda Izquierdo, gerente de Desarrollo Económico de la Municipalidad de San Marcos, asegura que existe un interés en fomentar el turismo, aprovechando los variados recursos existentes; pero esto obliga a desarrollar un trabajo de planificación, habilitación de accesos y sensibilización a la población. En tal sentido, destacó el impulso del circuito de Shitamalca y Paucamarca.
Agregó que el 90 por ciento de la provincia de San Marcos cuenta con trochas, pero requieren mantenimiento. Esto debe ser aprovechado en la identificación de nuevos circuitos turísticos, en base a un plan de desarrollo.

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