Es uno de los pocos bosques secos que quedan en La Libertad y que está asociado la historia, ya que en su interior hubo varios asentamientos humanos, cuyas evidencias se aprecian en las construcciones que aún se mantienen en pie; sin embargo, a pesar de la importancia del algarrobal El Cañoncillo está a punto de desaparecer a causa de la tala indiscriminada, sin casi nadie se interese en impedirlo.
Un reciente diagnóstico determinó que diariamente se extraen un promedio de 1.3 metros cúbicos de madera, lo cual implica que de 1000 hectáreas de bosque existentes hasta 1986, sólo queden 660.
Este dato resulta increíble si tenemos en cuenta que se trata del área de Conservación Privada Bosque Natural El Cañoncillo, cuyas poblaciones colindantes desde épocas ancestrales dependen de la influencia directa del algarrobal, como una fuente de protección, energía, forraje y alimento por la disponibilidad de los productos forestales maderables y no maderables y de los servicios ambientales que les brinda.
En este ecosistema predominan los algarrobos (Prosopis pallida), en una densidad estimada de 70 a 95 árboles por hectárea, en una extensión de 660 hectáreas, seguido del Faique ó Espino (Acacia macracantha). Otras especies vegetales que encontramos son: Cuncuno, Chilco, Pájaro bobo, Fosforito, Amarra de judío, Flor de arena, Gigantón, Rabo de zorro, Sapote, Yunto, Bichayo, Bejuco, Lapa, Hinea y Pial.
En las lagunas El Cañoncillo, Gallinazo y Larga florece una vegetación acuática muy llamativa, entre la que predomina la Lapa y otras ornamentales; aún cuando existen 8 especies aún no determinadas. El agua proviene de las filtraciones que bajan por gravedad desde la cuenca alta del río Jequetepeque y de la quebrada del Horcón. A ellas se agregan los regadíos de la represa Gallito Ciego.
Respecto a la fauna se conoce la presencia de 8 familias de reptiles con 15 especies determinadas y otras por identificar, entre las que se impone el mítico Cañán, junto al zancaranca, coralillo o coral, lagartija, iguana, corredora y boa de costa.
Además, 8 familias de aves con más de 44 especies, aunque no existe un estudio exhaustivo. Las más conocidas son: pato, picaflor del huabo, picaflor de Fanny, garzas blanca grande, chica y azul, huaquillo, huaco, tortolita, cotorrita pico amarillo, paloma vudú, tortola cordillerana, cucula, paloma cuculí, paloma madrugadora, rabiblanca, martín pescador grande, matraca, martín pescador chico, cachuelero, chiclón, guardacaballos, huerequeque, águila, gallinazo cabeza negra y cabeza roja, cernícalo, águila pescadora, gallareta, pico de oro lomero, pico grueso, pico sucio, pepitero, pechirrayadi, arrocero, chirique de Raimondi, gorrión peruano, chilala, hornero, pijui, pampero, golondrina, tordo, tordo parásito, jergón, pirinche, putilla, abejero, zambullidor, tuco, pachatuco, lechuza, búho, carpintero, chisco.
Asimismo, tres familias de mamíferos con 3 especies propias de los bosques secos (zorro, añas, gato montés, hurón, ratón y vizcacha costera).
El paisaje es único con sus lagunas que simulan un oasis, desierto, dunas de arena variable en el tiempo debido a la acción eólica. Las formaciones rocosas y cerros: Santonte, Prieto, Espinal, La Faja y Cañoncillo encierran al bosque y le imprimen un atractivo especial.
Las poblaciones que rodean al bosque son Tecapa, Santonte, Santa María, Pueblo Nuevo y Portada de la Sierra que suman un total de y 4 mil 200 habitantes, entre los que se formó la Asociación de Guardabosques Voluntarios del Bosque y Complejo Arqueológico El Cañoncillo, responsables del cuidado de las especies de flora y fauna silvestres existentes, especialmente el algarrobo.
Este bosque forma parte de lo que desde el siglo XIX fue la Hacienda Tecapa, pero ahora es propiedad de los agricultores agrupados en una cooperativa. Dentro del área se recolecta algarroba y se extrae leña con fines energéticos para comercialización en panaderías, pollerías o chicherías o con fines de autoconsumo. Así como actividades de pastoreo de algarroba y apicultura convencional y orgánica.
La agricultura se ha convertido en una actividad de subsistencia cuyas ganancias son insuficientes y en algunas campañas se convierten en pérdidas, por eso, la alternativa de desarrollo para estas poblaciones está relacionada con la actividad ecoturística en el bosque y el uso adecuado de los recursos no maderables que este provee.
El flujo turístico generará una serie de posibilidades económicas como albergue en las poblaciones aledañas, servicios de guiado turístico, venta de souvenirs y alimentos, etc.
AMENAZAS PERENNES
El bosque va camino a desaparecer a causa de la persistente tala indiscriminada, la caza furtiva de especies de fauna silvestre, el ingreso desordenado de turistas, deterioro de las comunidades de flora a causa de la ganadería extensiva, extensión de la frontera agrícola en áreas de bosque, presencia de pastoreo de ganado caprino, contaminación orgánica de lagunas a causa del ganado y por residuos sólidos, deterioro del patrimonio histórico cultural por huaqueros y debilitamiento de las organizaciones sociales involucradas directamente con el área protegida.
Todo esto debido a algunas debilidades dentro de la administración y manejo del bosque y en la disponibilidad de recursos económicos para sostener una administración y protección.
Esto responde al inadecuado manejo del ganado vacuno dentro del bosque, poco control de las actividades de pastoreo y uso turístico y recreativo, restos arqueológicos que no han sido puestos en valor, insuficiente cultura conservacionista en las poblaciones aledañas, escasez de alternativas económicas rentables en la población, limitada participación de la Policía en apoyo a la protección del área y ausencia de adecuados sistemas de seguridad ciudadana.
A ello se suma la captura de cañanes que se utilizan en la elaboración de una serie de platos típicos. Se trata de una especie que se encuentra en peligro de extinción.
La pesca se practica con algunas especies silvestres o introducidas en las 4.82 hectáreas de lagunas asociadas a la diversidad de flora, como la hinea que en cantidades controladas contribuye a la calidad del agua, ya que actúa como un purificador. Este vegetal también se extrae a fin de usarlo en la elaboración de petates o para formar los atados de plántulas de arroz durante el trasplante.
RESTOS ARQUEOLOGICOS
En el bosque Cañoncillo existen sitios arqueológicos e históricos prehispánicos de la cultura Cupisnique, Gallinazo, Mochica, Chimú e Inca y que constituyen testigos de la equilibrada relación hombre–naturaleza.
Las primeras investigaciones arqueológicas en El Cañoncillo estuvieron a cargo de los arqueólogos Heinrich Ubbelohde-Doering y los esposos Wolfgang y Giesela Hecker, entre 1960 y 1965, quienes determinaron que estas civilizaciones habitaron el bosque entre los años 8,500 antes de Cristo hasta el 80 después de Cristo.
En 1983 los arqueólogos Rogger Ravines y Alejandro Matos ingresaron al bosque para hacer un inventario de restos arqueológicos; y en 1986 llegó el investigador Fruhe K., quien interpretó la cerámica temprana del valle Jequetepeque en el norte del Perú.
ALTERNATIVAS DE SOLUCIÓN
Este mosaico de adversidades que afronta el bosque tiene varias alternativas de solución. En la medida que la deficiente situación económica de las familias residentes en el contorno del área protegida es una realidad innegable, es posible promover la apicultura con la finalidad de aprovechar racional y adecuadamente la producción de néctar y polen de la flora silvestre, que son utilizados por las abejas para transformarlos en miel, cera, polen y propóleos. Estos productos naturales son de gran valor nutritivo y terapéutico para el consumo humano directo y en la industria cosmética y farmacéutica.
También tiene importancia en la conservación del ambiente, ya que las abejas son los mejores agentes polinizadores de la flora garantizando la fecundación y mejorando la producción de frutos y semillas. Sin la intervención de las abejas, se produciría una degradación de la cubierta vegetal, con lo cual se aceleraría la desertificación de esta zona.
Como ya se dijo líneas arriba, el turismo es otra de las aristas que ya se practica en este bosque, pero de manera desordenada. Una de las modalidades de esta actividad sería el turismo aventura que implica un alto grado de contacto con la naturaleza y cierto grado de riesgo, ya sea navegando, volando o recorriendo, aunque las medidas de seguridad lo reducen a su mínima expresión. Las posibilidades son: caminatas, escalada en roca, sandboard o deslizamiento sobre arena.
El ecoturismo es una alternativa adicional y consiste en que los visitantes establezcan un contacto con la naturaleza, cuyos gastos benefician a económicamente a las comunidades.
El ecoturismo va de la mano con la conservación, la educación y la responsabilidad del visitante y la participación de los lugareños. Para evitar el impacto negativo, urge la planificación de esta actividad, en aras de logar un desarrollo sostenido.
ACCESO FÁCIL
Este bosque está ubicado en el distrito San José, en la provincia de Pacasmayo, en la parte baja del valle de Jequetepeque y abarca un territorio de mil 310.90 hectáreas con una longitud total de 19 mil 240 metros.
El acceso es utilizando la carretera Panamericana Norte, hasta el cruce de San José, a la altura del kilómetro 680, próximo al puente Libertad sobre el río Jequetepeque. Ahí se aborda un colectivo hacia el centro poblado menor Tecapa, de donde, en compañía de un guía local se camina un aproximado de 15 minutos y se llega al lugar denominado El Sondo, por donde se ingresa al área protegida.
Otra forma, de llegar al bosque es abordar un colectivo, desde San José hacia el Asentamiento Humano Santonte, de donde se camina 80 minutos a través del desierto, siguiendo el trayecto de los restos arqueológicos, internándonos en por el sector Los Duros, hasta la laguna El Cañoncillo.