Los camélidos más elegantes del Perú

Guido Sánchez Santur

Es una tarde abrigada por un sol abrasador, leves ráfagas de viento que acarician el rostro, un cielo resplandeciente y una verde explanada que se pierde en el horizonte, donde habita una de las especies de camélidos sudamericanos más sorprendentes, pero que están en situación de peligro. Lo más interesante es que estos mamíferos silvestres los tenemos en La Libertad, en la Reserva Nacional de Calipuy.
Se trata de un animal silvestre, elegante, de huesos finos, con una altura aproximada de 1,60 metros y un peso de entre 100 y 140 kilogramos. Es un camélido del grupo de los auquénidos, revestido por un pelaje más largo que el de la vicuña, pero menor al de la alpaca. Es grueso, color rojizo y de excelente calidad.
El diámetro de la fibra oscila entre 16 y 18 micrómetros, muy liviana porque, a diferencia de la lana de oveja y a semejanza con la vicuña, es hueca. La especie norteña es antecesora a la llama y su promedio de vida es de 20 a 25 años.
Entre los tupidos arbustos se avistan sus cabezas oscuras erguidas mientras aguzan el oído al advertir mi presencia, pese a que me aproximo con sigilo, casi al nivel del suelo. Esta actitud la adopta el líder que guía el ato, al que protege no sólo de los animales depredadores (el puma y el zorro andino) sino también de otros machos que se acercan.
El guardaparques, Emiliano Martínez Soto, llegó hace un año destacado a esta reserva y ya se encariñó con estos animales. Su tarea principal consiste en controlar que no ingresen los cazadores furtivos que llegan en pos de su carne y su pelaje. “Los veo como una reliquia. Los ‘chulengos’ son muy hermosos (guanacos bebés) y pesan un promedio de cuatro kilos al nacer”.
Me llamó la atención que estos camélidos se desplacen en grupos pequeños y mientras el rebaño pasta tranquilamente, hay uno que hace las veces de vigía, siempre atento, mirando a todos lados y con las orejas paradas, tratando de captar cualquier ruido extraño que arrastre el viento.
Martínez Soto nos detalla que los guanacos andan en grupos familiares (entre cinco y 15 hembras) guíados por un macho. Cuando nace un nuevo ejemplar masculino espera que cumplan los ocho o 10 meses, luego lo saca, pasando a formar parte de una ‘tropilla’ integrada sólo por ejemplares jóvenes del mismo género (entre 10 y 80 animales).
Lo sorprendente es que durante la temporada de apareamiento se produce la mayor cantidad de enfrentamientos entre machos, porque los guanacos jóvenes se aproximan a los grupos y son rechazados por los ‘jefes’, y cuando estos son vencidos el ganador asume ese rol, y el saliente se convierte en ‘solitario’ hasta su muerte, sin la posibilidad de reagruparse.
El proceso de apareamiento constituye otro espectáculo singular. El macho persigue a la hembra hasta que ella se echa y lo espera, sabedora que están bastante distantes del grupo. Cuando concluye el coito, el reproductor se levanta y se aleja, pero si aquella continúa en el suelo, retorna nuevamente.
En esta reserva no sólo encontramos a los Guanacos, sino también al puma, el zorro andino, la vizcacha, el conejo silvestre y, algo que me sorprendió, es la presencia del oso de anteojos, una hermosa especie que va camino a la extinción; por eso, es bastante difícil encontrarlo porque se esconde en las zonas menos visitadas.
Asimismo, encontramos aves raras, como la china linda, loros, palomas, cóndor andino, gallinazo de cabeza roja, gallinazo de cabeza negra, loro de frente roja, perdiz, lique lique y tórtola cordillerana. Los reptiles más comunes son el jergón y el casalillo.
Después de caminar entre los matorrales, admirando en su hábitat a estos preciosos animales andinos, nos queda la convicción que muy cerca de Trujillo existe un paraje aleccionador y que vale la pena hacer un sacrificio para conocer un página más de la diversa geografía peruana.

Esfuerzos para la habilitación turística
Turísticamente, podríamos afirmar que este lugar está casi virgen, pues son pocos los que lo visitan (especialistas, escolares, universitarios y aficionados), pese a su importancia natural, histórica y ecológica; por eso, el jefe de la Reserva de Calipuy, Freddy Abanto Terrones, está dispuesto a darle las condiciones necesarias para que sean más quienes lo conozcan, desde la población regional, nacional hasta los extranjeros.
Su propuesta consiste en involucrar a las comunidades colindantes, a fin de que los agricultores y ganaderos se involucren en la actividad turística, de tal manera que el impacto económico los favorezca y sean ellos mismos quienes se conviertan en los firmes defensores de la reserva.
“El turismo en áreas protegidas tiene el gran objetivo de sensibilizar a la población para crear conciencia ciudadana en temas ambientales, a través de la observación y el avistamiento de las especies, con el afán de valorarlas mejor”, expresó.
Abanto Terrones destacó la importancia de este hábitat por los servicios ambientales que presta a la región, así como el impacto social porque la población tiene la posibilidad de mejorar su calidad de vida con un manejo adecuado, en aras de promover las actividades turísticas, recreativas y productivas en la zona de amortiguamiento (crianza de animales domésticos, cultivos alternativos, etc.).
Puso especial relieve en la presencia de las 10 zonas de vida diferentes, lo cual permite disponer de agua permanente que nace en las estepas altoandinas, la serranía esteparia y los matorrales desérticos.
Estimó que a la fecha existe en la reserva un promedio de 350 a 500 ejemplares de guanacos. Aseguró que la caza furtiva disminuyó con el incremento de los guardaparques desde el año pasado.
“Si mejoramos las condiciones del hábitat el guanaco se beneficiará y aumentará su reproducción, pero el cambio climático y la variación de los ciclos de lluvias son una amenaza por el desplazamiento de las especies vegetales”, advirtió.

MAS DATOS
En América del Sur, se le encuentra en Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Perú Argentina posee el 95% de la población mundial de esta especie, entre la Puna y la Patagonia. Las mayores densidades de guanacos se ubican en espacios con bastante cobertura vegetal, como matorrales altos, terrenos irregulares, existencia de refugios, pendientes abruptas y vías de escape frente a depredadores. En la Reserva de Calipuy está la mayor cantidad de guanacos del Perú, y su altitud oscila entre los 800 y 4300 m.s.n.m.

El rodal más denso de Puya Raimondi

Guido Sánchez Santur

Es mediodía y hemos llegado a una extensa explanada entre los 3600 y los 4.000 m.s.n.m., abrigados con un sol resplandeciente, bajo un cielo azul intenso, moteado con raleadas nubes; pequeñas ráfagas de viento nos golpean el rostro mientras avanzamos, intentando sobreponernos a la agitación del corazón y la falta de aire a causa de la altura.Nos encontramos dentro de las 4500 hectáreas del Santuario Nacional de Calipuy, donde se protege el rodal más denso de la Puya Raimondi, especie vegetal en peligro de extinción que lleva el apellido del naturalista italiano Antonio Raimondi, uno de sus primeros estudiosos.

Hasta aquí hemos llegado después de una travesía de cuatro horas, desde Trujillo, cruzando el valle Virú, Chao y las estribaciones andinas, que nos dan una lección de la más pura eco-geografía liberteña.
Hasta en dos oportunidades anteriores había visitado esta área natural, pero como me ocurre con otros parajes, este lugar no termina de sorprenderme. Observar, desde lejos, las imponentes puyas produce una singular sensación, parecida al niño que con ansias espera el juguete nuevo, mientras abre la envoltura.
Cuando estamos frente a estas plantas o, para ser más precisos, bajo su sombra, mirándolas hacia arriba, sentimos un enorme orgullo con sensación de plenitud. Camino a su alrededor, una y otra vez, buscando una explicación a su maravillosa inflorescencia, en la cual se posan cientos de insectos y muchas especies de aves que ahí encuentran algún tipo de alimento.
Un arroyo con agua helada que surca esas alturas nos recuerda que en estos lares nacen los ríos que llegan hasta la costa o a la selva. También imagino cuan maravillado se habría sentido Raimondi al cruzar esta geografía tan rica y diversa.
Los guardaparques nos explican que la Puya Raimondi es la planta más longeva y alta del mundo que habita en el páramo húmedo subalpino de la Cordillera Central, caracterzado por sus diversas tipologías de suelos.
En estado de inflorescencia puede medir entre los 10 y 15 metros de altura. A lo largo de sus 100 años de vida, sólo florece una vez, antes de morir. Crece en laderas opuestas al sol y en terrenos pedregosos, rocosos e inclusive en roquedales sin mucha materia orgánica.
Sus raíces no son profundas y a veces el viento suele derribar la planta fácilmente. Sus hojas tienen borde ganchudo y en su interior albergan especies de aves como el picaflor. En su periodo de florescencia miles de flores blancas de regular tamaño cubren el tallo y guardan las semillas que luego el viento esparce.
La densidad de la población de Puyas en este santuario fluctúa entre los 3000 y 4000 ejemplares, siendo casi la mayoría de ejemplares jóvenes. En 2010 se registró un total de 63 mil unidades, lo cual es un mínimo respecto a los existentes hace más de 20 años (160 mil plantas).
Respecto a la flora asociada se identificó alrededor de 280 especies, entre las que destacan las gramíneas y plantas altoandinas. En fauna tenemos zorro andino, venado cola blanca y vizcacha. Las aves más comunes son la perdiz serrana, el halcón perdiguero, chinalinda o guarahuau y el perico andino.
La época de invierno se registra entre junio y agosto, y es la mejor temporada de visita porque las lluvias son esporádicas.
• ACTIVIDAD TURíSTICA
El área es muy atractiva, por eso constituye un potencial turístico. Los visitantes ocasionales son escolares, universitarios y grupos de interesados procedentes de Santiago de Chuco y Trujillo.
Dentro del Santuario se puede practicar caminatas, ciclismo de montaña, camping, toma de fotografías, filmaciones, observación de aves y estudios de investigación.
El lugar no cuenta con infraestructura básica turística, pero la actual administración está interesada en desarrollar esta actividad de manera organizada, a fin de generar ingresos; pero esto implica colocar la señalización correspondiente.
En ese sentido, el presidente de la Cámara de Organizaciones Turísticas de La Libertad, Leoncio Rojas Gallardo, en expresó su satisfacción por el enorme valor turístico de este santuario por lo que se debe integrar al circuito de la Ruta Moche, aprovechando la cercanía a Trujillo, a través de la vía Chao y Huamanzaña.
Visitar este lugar constituye un experiencia que nos marca personalmente porque nos permite no sólo conocer la profundidad del territorio peruano, sino la riqueza natural que alberga en sus diversos pisos ecológicos.

Amenazas que deben controlarse
A pesar de la importancia de esta área protegida, durante muchos años ha permanecido a expensas de los agricultores y ganadores que paulatinamente han ido ocupando su territorio en detrimento de la Puya Raimondi.
Luego de la etapa del terrorismo, los pobladores invadieron los terrenos del Santuario y establecieron el poblado ilegal de Collayguida, ubicado en la parte oeste del área protegida y que alberga a 70 familias, cada una con un promedio de entre 15 a 20 vacas y 80 ovejas que se alimentan de la vegetación del parque, además de propiciar la quema de la Puya.
Los campesinos talan la Puya para utilizarla como leña y sus hojas en los techos, mayormente en diciembre, cuando la planta está bien seca, o en caso contrario con el afán de ampliar los terrenos útiles para la agricultura; pero también a fin de evitar que sus animales queden atrapados en las púas de la planta.
Frente a esta realidad, el jefe del Santuario Nacional de Calipuy, Elber Zavaleta, se ha propuesto revertir este problema y asegura que ya logró liberar gran parte del área (60 por ciento) de la presencia de ganadería extensiva ilegal.
Aseguró que una tercera parte del área protegida (mil 100 hectáreas, dedicadas al cultivo de trigo, cebada, papa, legumbres, etc) está invadida, pero este caso ya está en manos de la Procuraduría y del Ministerio Publico. Aquí se cultiva trigo, cebada, papa, legumbres, etc.
Precisa que su labor está abocada a propiciar una conciencia turística en los pobladores para que sean ellos quienes protejan sus recursos; es decir, que se practique un turismo sostenible en el que el Estado, la población e instituciones particulares se integren e impulsen la economía y la conservación de esta área natural.
Con ese propósito el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp) contrató un especialista en turismo que está empeñado en la elaboración del diagnóstico y la señalización de los circuitos, en coordinación con las comunidades locales que serán las principales beneficiarias.
Señaló que su esfuerzo también se encamina al repoblamiento de la Puya, pero de forma natural porque todavía no se ha encontrado la forma de hacerlo artificialmente, pues es necesario iniciar estudios de investigación. Por el momento, esta tarea se logrará con la ausencia del ganado dentro del área protegida.