Mocollope, un mundo por descubrir


Guido Sánchez Santur
sasagui35@gmail.com

Una frondosa alameda de viejos ficus, de unos 1,8 kilómetros a manera de una portada verde y fresca, nos lleva desde el desvío de la carretera Panamericana hasta lo que fue esa imponente ciudad Moche, construida a la sombra de un cerro, idéntica a las Huacas del Sol y La Luna.
Estamos en el impresionante complejo arqueológico Mocollope, situado en el distrito Chocope, en la provincia de Ascope, a menos de 45 minutos de Trujillo, y al que se llega a través del que fue el antiguo camino a la hacienda casa Grande.
Tan luego pisamos esa explanada que antecede a las estructuras de adobe un halo de energía nos invade, como si viniera de aquella montaña sagrada en la que se habrían desarrollado rituales en honor a sus dioses.
Ascendimos a una de las murallas que bordea los 10 metros de alto y que se mantiene en pie, a pesar del tiempo, la inclemente naturaleza y la acción depredadora de los huaqueros. Desde la cima avistamos la extensión territorial que ocupó esta antigua ciudad, con pasadizos, tumbas, plazas ceremoniales, talleres, adoratorios, etc.
Esa grandeza se desluce ante nuestros ojos y nos invade una confusión de sentimientos (nostalgia, cólera, indignación) e impotencia al constatar que esa obra de arte, esa grandeza histórica ha sido convertida en un “suelo lunar” por los saqueadores de piezas arqueológicas.
“Está salvajemente huaqueado. Se han llevado momias, piezas de oro y ceramios”, expresa el arqueólogo, Régulo Franco Jordán, director del complejo arqueológico El Brujo, quien está empeñado en movilizar a las autoridades para rescatar del olvido este monumento histórico e incorporarlo a la Ruta Moche.
Guiados por Franco Jordán iniciamos el recorrido, mientras nos explica que en este territorio transcurrieron varias fases históricas, con la presencia de las culturas Cupisnique, Gallinazo, Mochica,  Lambayeque, Chimú y Chimú-Inca, a 3.5 kilómetros al noreste de la ciudad de Chocope.
En la ladera Este del cerro Mocollope advertimos la presencia de arquitectura monumental Gallinazo y Mochica (siglos 0 – VIII después de Cristo) contemporánea con la Huaca Cao Viejo (complejo El Brujo). Destacan las evidencias de decoración mural policroma y recintos intercomunicados de gran valor ceremonial, un indicador que se trató de un lugar muy importante.
El edificio Este lo conforma una construcción de piedra revestida con barro asociado a un  conjunto de terrazas superpuestas. Asimismo, se ubica una plaza ceremonial central con dos grandes terrazas escalonadas laterales, orientadas de Este a Oeste, de estilo Mochica, el mismo que contiene restos funerarios. 
De la misma manera se avistan construcciones en forma de andenes en la pendiente del cerro y una plaza ceremonial en la parte alta.
Franco Jordán pone especial énfasis en advertir que éste es un sitio con las mismas características de la Huaca de la Luna, es decir que se asienta al pie de un cerro tutelar, lo cual evidencia la presencia de espacios dedicados a los sacrificios humanos como ofrendas a los dioses.
Asimismo, una pirámide de piedra y una escalinata del  mismo material, a través de la cual se asciende al cerro. El mismo que podría convertirse en un mirador natural cuando sea puesto en valor.
Por su importancia histórica fue reconocido como sitio integrante del Patrimonio Cultural de la Nación Mediante Resolución Directoral N° 117, en diciembre de 1994 por lo que fue el Instituto Nacional de Cultura (INC) de La Libertad.
Después de recorrer estas construcciones de barro nos dirigimos al pueblo de Mocollope, cuyas 100 familias aproximadamente proceden de Piura y conservan sus costumbres, como la preparación de la chicha de jora blanca, como en Catacaos, la que se bebe para acompañar el cebiche de caballa o el pescado pasado por agua caliente.
Y si preferimos, sólo nos refrescamos con una bebida gaseosa bien helada, tras lo cual emprendemos el retorno siguiendo la alameda de ficus, con el sentimiento y la identidad fortalecidos al haber conocido otra reliquia histórica que engrandece nuestra multiculturalidad.
Investigación y habilitación turística
La recuperación de este sitio se hará realidad en mérito al convenio suscrito entre los representantes de la Fundación Wiese, Minka, la Municipalidad Distrital de Chocope y el Ministerio de Cultura, con la finalidad de poner en valor del Complejo Arqueológico Mocollope.
La propuesta consiste en construir un parador turístico: ambientes para boletería, vigilancia y centro de interpretación; investigación y conservación; implementación de mecanismos de protección, señalización y rótulos de información; habilitación de circuitos de visita y un mirador; programas de sensibilización, capacitación y motivación a los pobladores para el cuidado, identificación y valoración del sitio patrimonial intangible.
Esta iniciativa demandaría una inversión estimada de un millón de soles con una proyección de tres años, que serían gestionados ante el Plan Copesco y la cooperación técnica internacional. Ello permitirá la conservación de la arquitectura y las pinturas murales decoradas y el edificio de piedra, ubicado al pie del cerro Mocollope.
Asimismo, la reparación de la carretera de acceso al Complejo Arqueológico de Mocollope, en un tramo de un kilómetro, con un afirmado consolidado y la consolidación de la alameda de ficus.
De esta manera se espera el incremento sostenido de visitantes articulando el cerro Mocollope con El Brujo, y por extensión a la Ruta Moche que comprende a La Libertad y Lambayeque. 
Lo importante es que existe una voluntad política expresa de parte de la nueva gestión municipal del distrito de Chocope, que encabeza el alcalde Carlos Alfredo Alza Moncada, quien con los miembros del concejo en pleno visitó el sitio Mocollope, tras lo cual reafirmaron su compromiso de impulsar el turismo.
Alza Moncada detalló que con este propósito gestionará recursos para dotar de los servicios de agua potable y alcantarillado a los moradores del centro poblado Mocollope, en tanto que ellos serán los principales beneficiados de la actividad turística que se genere. Ahora sólo reciben una hora de agua, cada dos días, de un pozo no potabilizado.
Franco Jordán advierte que el proyecto comprende el establecimiento de redes artesanales, redes de producción e impulsar la gastronomía local. “Es muy importante que el municipio dirija el ordenamiento territorial para evitar que hayan construcciones desproporcionadas que alteren el contexto paisajístico e histórico”, puntualizó.

Misticismo en El Brujo


• Una ‘limpia’ o florecimiento en la plaza ceremonial.

  Guido Sánchez Santur

El sol despliega sus candentes rayos solares, mientras nos aproximamos a la plaza ceremonial, situada en un promontorio. Cuando llegamos a la parte más alta nos sorprende un sonido que al principio no sabemos de dónde sale, aparentan pututos soplados levemente. De pronto nos sobrecoge un ligero temor. “Son las botellas vacías y los carrizos que suenan con la corriente de aire”, nos tranquiliza Régulo Franco Jordán, director del Complejo Arqueológico El Brujo, quien hace las veces de nuestro guía.
Ya en la cima avistamos, casi al mismo nivel, la Huaca Cao Viejo y un poco hacia abajo al Museo de Sitio. Volteamos la mirada al centro de la plaza ceremonial, y ahí está el curandero con su indumentaria colorida, propia de los sacerdotes moches, con los brazos levantados y la mirada orientada al firmamento.
Al centro, un tronco tallado con representaciones de una serpiente, un puma, un lobo marino y un águila pescadora. Estos son los elementos mágicos con los que trabajan los curanderos contemporáneos.
El shaman inicia el ritual tocando el pututo, agitando sus manos y una calabaza,  a la vez que rodea la mesa en la que están sus instrumentos rituales y pronuncia invocaciones en idioma muchik.
Terminada esta ceremonia iniciamos la caminata hacia el pozo ceremonial (con una profundidad de 12 metros) para la ‘limpieza de purificación y florecimiento’ a cargo del mismo maestro curandero, quien nos ayuda a eliminar las cargas negativas de energía, dando lugar a la curación de dolencias físicas.
En esta fuente cristalina experimentamos una armonización y limpieza espiritual, al ingresar al agua natural que brota de la napa freática, y que contiene elementos especiales (sulfuros).
Para este ritual se encienden tres velas de colores distintos (verde, amarillo y rojo), las mismas que aluden a la salud, el amor y la esperanza. Estas se colocan en una pequeña hornacina situada a un costado del pozo. Enseguida prosigue el florecimiento con esencias fraganciosas (agua florida, claveles y jazmines), palo santo y salvia grande con las que se limpia el espacio. Estos aromatizantes se esparcen antes del baño. También se usan cristales y tabaco, luego se escucha los relatos de los pacientes, a partir de lo cual se los orienta.
• ITINERARIO HISTÓRICO
Estos rituales son la parte final del circuito turístico en el Complejo Arqueológico El Brujo, el mismo que se inicia en el Museo de Sitio, que alberga a la Dama de Cao, un personaje descubierto el 2005, por un equipo de arqueólogos dirigidos por Régulo Franco Jordán, director de este proyecto.
Este hallazgo excavado en la pirámide Cao Viejo cambió la historia de las culturas prehispánicas en el Perú. Estaba oculto bajo tres metros de tierra y data de 1.800 años de antigüedad, donde se encontró los restos momificados de una mujer que al momento de su muerte tenía entre 25 y 30 años.
Franco Jordán advierte que por las características del entierro (ajuar funerario y acompañantes) este descubrimiento fue uno de los más importantes de la arqueología contemporánea, pues se trata del primer gobernante mochica de sexo femenino.
Luego, un equipo multidisciplinario trabajó durante un año en el desenfardelamiento de la momia de la Señora de Cao que conservaba aún sus órganos blandos y mostraba tatuajes en la piel.
Los estudiosos determinaron que la momificación natural fue posible gracias a la ubicación del fardo que lo mantuvo lejos de la humedad  del suelo y de la superficie, así como el redescubrimiento de su cuerpo con cinabrio, una sustancia que impidió su descomposición. El resultado fue una momia en perfecto estado de conservación, junto a la cual se recuperaron intactos dos vestidos. Uno bordado y otro pintado, los textiles mochicas mejor conservados en la actualidad; además, una serie de ofrendas que componían su ajuar, entre las que destacan piezas cerámicas y objetos de metal, como narigueras, collares, diademas, coronas, estólicas y porras.
Todos estos objetos de la dama, incluidos los que se encontraron en el complejo arqueológico a lo largo de los 20 años de excavaciones, se exhiben en el Museo de Sitio El Brujo o Museo de Cao, que abrió sus puertas al público en abril del 2009.
  
MAS INFO
El costo de un florecimiento es de 27 dólares por persona en calidad de donación para el proyecto arqueológico. Mientras que la demostración del ritual en la plataforma ceremonial cuesta 10 soles. Próximamente se ha previsto la realización de rituales shamánicos con san pedro y un maestro especializado. 

Veinte años de investigaciones  
Las investigaciones se iniciaron hace 20 años con apoyo de la Fundación Wiese. El complejo arqueológico se encuentra ubicado a 60 kilómetros al noroeste de Trujillo. En la ruta de la Panamericana Norte, camino a Chiclayo, hay un desvío  a  la altura de Chocope, que conduce al pueblo histórico de Magdalena de Cao. El sitio se encuentra a 4 kilómetros de distancia con dirección al mar.
Régulo Franco recuerda que en las fiestas de julio 1990 fue invitado por Guillermo Wiese de Osma, entonces presidente del Banco Wiese, para acompañarlo en la visita a los principales monumentos prehispánicos de la región de La Libertad, tras lo cual se decidió apoyar las excavaciones.
La construcción de la Huaca Cao Viejo empezó el segundo siglo de nuestra era. Este templo tiene siete etapas constructivas, superpuestas una sobre otra. El diseño arquitectónico se respetó hasta el final de su ocupación.
La forma de la construcción se entiende como una pirámide trunca de lados escalonados con el frontis principal decorado y orientado hacia el noreste, con accesos en forma de rampas laterales que conducían a la parte superior.
La orientación de este templo, al igual que otros sitios, ha sido premeditada, quizás dirigida a la posición de algún astro o pléyade, siguiendo el concepto de los viejos templos costeros de tradición milenaria.
En su construcción se utilizaron miles de adobes de forma cuadrangular, con los que se formaron bloques de adobe tramado y celdas rellenadas con tierra y adobes.
El templo, antes de su abandono, tuvo las dimensiones de 140 metros de longitud por 100 de ancho con una altura promedio de 35 metros. En la parte delantera hay una plaza ceremonial con muros decorados que miden 140 metros de longitud por 75 metros de ancho. Había recintos ceremoniales pintados hacia os lados este y oeste de la plaza.